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Fondo Norte

Mireia, la mejor versión de Indurain

La nadadora, como el ciclista, nunca falla y triunfa cuando más falta le hace al deporte español

José Antonio González Linares, exciclista, exdirector deportivo, excomentarista radiofónico, contaba hace muchos años que con motivo de una etapa contrarreloj muy importante del Tour de Francia fue invitado por Eusebio Unzué, director de Miguel Indurain, a seguir a éste en el coche. Linares confesó que acudió cargado de nervios; era el primer Indurain triunfador, por lo que le asaltaban algunas dudas. Lo que le sorprendió fue encontrarse con un Unzué de lo más tranquilo. No pudo resistirse y le preguntó cómo era posible que sólo expresara serenidad y confianza ante el compromiso de su ciclista. Unzué respondió con una claridad meridiana: "Estoy tranquilo porque éste nunca falla". Y, claro, no falló y se hizo más líder o se acercó al liderato, que este detalle no está en la memoria.

Lo que Eusebio Unzué dijo de Miguel Indurain se puede decir años más tarde de Mireia Belmonte, la nadadora española que ha conseguido en la madrugada de ayer la primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Le hacía falta a España esta medalla porque la actuación olímpica hasta ahora está resultando más decepcionante que triunfal. La medalla la necesitaba el país, sumido en un verano depresivo, y la necesitaba el deporte español, que no puede vivir del buen papel de un joven boxeador canario o del ciclista que se queda a cuatro segundos de la medalla. España necesita palmarés, incluso cuando la infalible selección de baloncesto falla. España necesita medallas para demostrar que el deporte funciona por encima de si hay gobiernos en funciones o si hay gobiernos asentados en los votos del Parlamento. Mireia, como Indurain en su día, no falla y ya lleva dos medallas; la de oro de la madrugada de ayer y la de bronce de hace días. Ya suma cuatro medallas olímpicas en las que, sin duda, alguna gota procede de Gijón, de sus días de entrenamiento en las piscinas del Real Grupo de Cultura Covadonga.

La medalla llegó poco después de que se conociera una de las bombas del verano: la salida del Villarreal de un gran Marcelino que, por lo visto, ha perdido la batalla ante alguno de los jefes del vestuario por un quítame esa capitanía. A nueve días del comienzo de la Liga y a pocos días del comienzo de la Liga de Campeones, el club manda para casa al entrenador que llevó al equipo desde la Segunda División a la máxima competición europea. Los jugadores ganan la batalla y el entrenador la pierde. La historia dice que este tipo de historias siempre sirven para que pierda el club. En cuestión de algunos meses saldremos de dudas y veremos si se cumple la norma o se rompe.

Bombazo veraniego del todo punto inesperado que convierte al gran Marcelino en el primer entrenador en caer en la temporada que aún no ha dado comienzo. Poco a poco se irán conociendo detalles de una crisis que desde fuera parece apasionante porque un club, el Villarreal, que siempre pasó por ser una entidad rodeada de calma y serenidad se ha convertido en un volcán en erupción que se ha llevado a uno de los entrenadores españoles cargados de mayor nivel deportivo y de mayor prestigio.

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