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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Fútbol cada cuatro años

Por un ciclo futbolístico a imagen y semejanza de los Juegos Olímpicos

Dicen que el Barça ganó la última Liga, pero eso fue en mayo y, como dice Rick Blaine a Yvonne en "Casablanca" cuando le pregunta qué hizo anoche, hace ya demasiado tiempo de eso. ¿Quién quedó segundo en la pasada Liga? Uf. Tengo la sensación de que, en fútbol, tres meses son una eternidad, mientras que cuatro años son un suspiro. ¿Acaso no recordamos mejor el Mundial de Brasil que el último campeonato de Liga? ¿Alguien ha olvidado la brutal paliza de la selección alemana al Brasil de Neymar? Sin embargo, ¿quién se acuerda del resultado del último Madrid-Barça? El tiempo futbolístico es una cosa muy rara.

Si no chocara tanto contra Mr. Business, que diría Luis Enrique, y contra los usos establecidos en la vida cotidiana y, en especial, en el orden del fin de semana, puede que no fuera mala idea que el campeonato de Liga se disputara cada cuatro años, como el Mundial o los Juegos Olímpicos. En cuatro años daría tiempo a que extraordinarios jugadores como Neymar encontraran la madurez sin obligar a los aficionados a soportar su adolescencia. En cuatro años, los cambios de imagen de los jugadores serían igual de rompedores pero, al menos, el tiempo transcurrido les daría una justificación. En cuatro años puede que los futbolistas olvidaran algunas de esas horribles costumbres que se instalan en los terrenos de juego como si llevaran ahí desde el origen de los tiempos: taparse la boca constantemente, escupir como si estuvieran sobre la tumba del inventor de las horas extraordinarias, utilizar botas diseñadas por unos tipos que exigen a un poeta como Dante para describir con precisión el lugar en el infierno que merecen, celebrar los goles con unas coreografías que dejan en ridículo a las de Ona Carbonell y Gemma Mengual en un ejercicio de natación sincronizada, organizar unas tertulias con el árbitro después de cada falta al borde del área que dejan empequeñecen a las que podemos ver en un café griego antes de la hora de comer? En cuatro años, los tipos que deciden cambiar cada temporada el diseño de las camisetas añadiendo detallitos absurdos por aquí y por allá para luego cobrarlas como si se tratara de caviar textil tendrían que aguantarse, y los aficionados tendríamos tiempo a acostumbrarnos a cada nueva camiseta de nuestros equipos de toda la vida. En cuatro años, el "partido a partido" de Simeone llegaría a parecer una idea nueva, e incluso Messi nos podría convencer, como el jardinero interpretado por Peter Sellers en "Bienvenido Mr. Chance", de que sus respuestas minimalistas a las preguntas maximalistas de los periodistas son profundísimas y oscuramente sabias. En cuatro años, nadie se acordaría del dichoso Periscope de Piqué, de los tuits de Arbeloa y de las meteduras de pata galácticas de Sergio Ramos. En cuatro años, el desplome del rostro de Florentino Pérez estaría justificado. En cuatro años, los futboleros tendríamos tiempo de aficionarnos a esos deportes a los que sólo prestamos atención en los Juegos Olímpicos. En cuatro años, el Sevilla se reconstruiría tanto como la cara de Ben Affleck.

El ciclo deportivo quedaría más o menos así: Mundial de fútbol, Juegos Olímpicos, Liga de fútbol, Liga de otros deportes que no son fútbol. Y vuelta a empezar. Estoy seguro de que así "El chiringuito de Jugones" tendría que echar el cierre, y eso sería bueno para el fútbol y fatal para el ego de Tomás Roncero. Con una Liga cada cuatro años, los campos estarían siempre llenos y todavía habría muchos aficionados que llenarían los bares. Ronaldo podría viajar más a menudo a Marruecos y Mykonos, la conciliación familiar de los futbolistas sería mucho más fácil, volverían los partidos de fútbol a las calles y mi madre no podría decir que paso demasiado tiempo viendo fútbol en la tele.

Una Liga cada cuatro años no sería el fin de este deporte y, si lo fuera, no pasaría nada porque, como diría Manolo Preciado, mañana saldría el sol. Pero la Liga ya está aquí, no nos importa quién ganó la Liga la temporada pasada y pocas cosas compensan tanto la falta de sol en invierno como una jornada de Liga. Que nada cambie, entonces, para que todo siga igual.

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