La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Más allá de las medallas

Los Juegos Olímpicos como guardianes de la esencia del deporte

Quedan pocos días para que finalicen los Juegos Olímpicos y ya empiezan los recuentos del medallero y finalistas. Para mí todos los atletas que hayan competido allí se merecen nuestro respeto y admiración, siempre que lo hayan hecho honradamente y dejando todas sus fuerzas en la pista.

Pero independientemente de los éxitos o fracasos, hoy me gustaría compartir con vosotros una reflexión que va más allá del medallero. Los Juegos Olímpicos tienen algo especial, una esencia que los hace diferentes de cualquier otra competición. Esta diferencia es la que mueve a todo deportista, practique el deporte que sea, a querer estar alguna vez representando a su país en este evento. El olimpismo promueve la libertad, el esfuerzo, el respeto, la solidaridad, el compañerismo y la amistad, valores muy en desuso en nuestra sociedad que todos los que de una manera u otra nos dedicamos a enseñar algo, debemos recordar continuamente. Por esto, me encanta disfrutar de los Juegos Olímpicos viendo el deporte que pongan por la televisión, aunque de la mayoría de ellos no entienda las normas.

Hemos visto a dos chicas de Corea del Norte y Sur haciéndose una foto selfie, a Rafa Nadal pelear a pesar de las dificultades y llorar junto a un amigo cuando sonaba el himno por el que tanto habían luchado. Pudimos disfrutar de un partido de voley entre unas competidoras tapadas al extremo contra otras con top y braguita minúsculos. Y hemos visto llorar en la piscina a Michael Phelps por conseguir otra de sus múltiples medallas, síntoma de que nunca pierde la ilusión por ganar.

Y en cuanto a mi deporte, el atletismo, me ha conmovido el gesto que se produjo en una semifinal de los 5.000 metros entre dos chicas cuando, tras haber caído al suelo, se ayudaron varias veces a levantarse. Compañerismo y amistad. Un gesto que me ha hecho reflexionar sobre si yo, corredora habitual de esta prueba, lo haría. Hoy, una de ellas estará en la final. Y para mí ya sale con la medalla de oro.

Me he emocionado también con Orlando Ortega, que no pudo contener las lágrimas tras su medalla, agradeciendo a todo un país su acogida, y a su padre, que además es su entrenador, haberle llevado hasta allí.

Y aunque el público no ha sido todo lo respetuoso que una pista de atletismo y el propio olimpismo piden, yo me quedo con el gesto del pertiguista brasileño en el pódium pidiendo a sus paisanos que respetaran y aplaudieran a su rival.

Decía Pierre de Coubertin que el deporte podía hacer que el mundo fuera un lugar mejor, y yo creo que durante estos Juegos Olímpicos lo ha sido. Queda de nuestra mano, deportistas, entrenadores y aficionados en general, seguir manteniéndolo durante los cuatro años siguientes.

Compartir el artículo

stats