Por bueno que fuera el gol de Cop, un gran acierto individual, todavía le superó el segundo del Sporting, toda una gran creación colectiva. Se originó en un corner lanzado por el Athletic y conjurado por una defensa gijonesa que -buen síntoma- se impuso siempre por alto, en detrimento de Adúriz, San José y Raúl García. El balón, bombeado, llegó al círculo central, donde Burgui logró bajarlo, para aguantarlo luego y enviarlo a favor de la carrera de Moi Gómez, que llegaba por la izquierda, en tanto que, algo más atrás, Víctor Rodríguez se incorporaba por la derecha. Entre los dos, un solo defensor bilbaíno, porque el resto del equipo vasco había quedado atrás. Moi profundizó en su avance, pero sólo lo justo y esa fue la primera parte de su gran mérito. La segunda, que cerca ya del área, supo cruzar con precisión el balón a favor de la llegada de Víctor Rodríguez. Este, que en el primer tiempo, había protagonizado el único remate del Sporting, con un cabezazo que estuvo a punto de encontrar puerta, puso a esta jugada vertiginosa el colofón perfecto, con un tiro raso, más colocado que fuerte, inalcanzable para Iraizoz y coronó así, de la mejor manera posible, un contragolpe modelo.
