Sería por el horario nocturno o porque vi el partido en bermudas, pero la sensación que tuve el pasado domingo ante el debut del Oviedo en Valladolid fue la de estar viendo algo como en diferido. Como si viera el Campeonato Carioca o el Torneo de Clausura argentino. Yo no me acabo de acostumbrar a que la liga se inicie en las entrañas de agosto. En septiembre todo era más fácil pues uno podía identificar la vuelta del fútbol con el regreso al cole; además, en mi caso, no he logrado abandonar la sensación de que el comienzo de año es en otoño y no en enero. Qué le voy a hacer, no acabo de madurar. Mido el tiempo en temporadas. Soy una versión levemente mejorada de una mezcla entre futbolero y eterno estudiante. Así que, con estos antecedentes, me puse a ver el partido de un Oviedo en continua renovación, pues no hay verano sin grandes cambios en la plantilla y en el cuerpo técnico. Aunque sospecho que tal cosa no es exclusiva del equipo carbayón y que forma parte de una dinámica propia del mercado, que se alimenta de un continuo carrusel de novedades y especulaciones.

Con una sensación de efecto retardado, examinaba, más que contemplaba, al equipo de Hierro. Y digo examinaba, pues es la típica actitud del aficionado al principio de curso: a ver qué no han traído; a ver cómo están los que se quedaron... El Oviedo, ya lo saben ustedes, ha comenzado perdiendo, pero es obligatorio a estas alturas ser optimistas. Los de Pucela jugaron casi todo el encuentro a cantar la canción de "abre la muralla, cierra la muralla". Y cuando los azules lograron abrirla, se encontraron con Becerra, el portero blanquivioleta, que en esta ocasión fue más cancerbero que nunca y acabó por ser el mejor del partido.

Con los años, me vuelvo más sucesivo que simultáneo: necesito seguir un orden. Y por estas fechas me fijo primero en los jugadores nuevos y luego en el sistema. Me llamó la atención Lucas Torró, el mediocentro cedido por el Madrid, que por estatura y disposición bien podría ser el controlador aéreo del equipo: ese que procura que no haya choques y regula el tráfico; quien avisa si hay pista libre para aterrizar o despegar.

La afición volvió a Oviedo bajo las expectativas ya de un nuevo día en el calendario y yo me quedé rumiando la certera afirmación que le oí a Manu Sarabia: "las soluciones las ofrecen quienes no tienen el balón pero las toma quien lo tiene". La clásica frase que debería figurar en todo vestuario.