El gran partido de este fin de semana no se jugará en la Liga española, sino en la Premier League inglesa. Mañana se enfrentan nada menos que el Manchester United y el Manchester City o, para entendernos, el equipo de Mourinho y el equipo de Guardiola o, para aclararnos, el entrenador que llevó al Real Madrid a su máxima degradación deportiva y el entrenador que inventó el mejor Barça de la historia. A mí me da la impresión de que Mourinho es un tipo que, como Electra, está obsesionado con la venganza (futbolística) y que, en su cabeza, esa venganza toma la forma de la más estricta justicia. Electra quiere, necesita, exige vengar a su padre Agamenón, asesinado por Clitemnestra, su madre, y su amante Egisto, y eso lleva a Electra a la locura. Mourinho quiere, necesita, exige vengar el gris rastro deportivo y el negro poso moral que dejó tras su paso por el Madrid, así que el partido del sábado puede ser una locura, que es la forma en que se presenta a veces el espectáculo en el fútbol.

Tranquilos, en Old Trafford no habrá muertes porque, a veces, el fútbol no es una tragedia griega, así que Clitemnestra y Egisto pueden estar tranquilos. No habrá muertes, pero es probable que haya sangre e incluso sudor y lágrimas. Todavía no he visto jugar al United de Mourinho y al City de Guardiola, pero tengo mucha curiosidad por saber si la potentísima personalidad de estos dos entrenadores ha sido capaz de cambiar la poderosa tradición de esos dos equipos. Decía Aristóteles que los caracteres humanos se corresponden con las formas de gobierno de las polis porque los caracteres no nacen de las encinas o de las piedras, sino que se corresponden con la forma de ser de las ciudades. Hasta ahora, el United y el City tenían una peculiar forma de ser (como la tienen el Athletic o la Juventus), y muchos de sus hábitos y conductas no nacieron de las encinas o de las piedras, sino que se corresponden con la manera en que la historia y el dinero han contribuido a formarlos. Pero el fútbol es tan peculiar que a veces es fácil comprobar que una cosa son los caracteres de los equipos y otra, a veces muy diferente, las formas de gobierno. Es posible que Mourinho y Guardiola se toparan con alguna sorpresa a la hora de tomar en mando en el United y en el City y se hayan encontrado en la misma situación que uno de los capitanes del rey portugués Enrique el Navegante cuando, después de un viaje alrededor de la costa occidental africana, no tuvo más remedio que decir a su rey: "Con el debido respeto, majestad, lo hemos encontrado todo al revés de cómo os hemos dicho que era". Me habría gustado estar en la primera reunión de Mourinho y de Guardiola con sus jefes después del primer entrenamiento con sus equipos. Quién sabe, a lo mejor los dos entrenadores tuvieron que decir a sus reyes que lo habían encontrado todo al revés de cómo les dijeron que era, y por eso no les quedaba otro remedio que fichar y fichar hasta conseguir que los caracteres de sus dos equipos terminaran pareciéndose a sus formas de gobierno.

No sé. Los futboleros esperamos mucho del primer gran enfrentamiento Mourinho-Guardiola en tierras inglesas, pero es posible que acabemos decepcionadísimos con todo excepto, claro, con el maravilloso ambiente de Old Trafford. Como bien sabemos los que llevamos muchos años viendo partidos de fútbol, se pude hacer con el fútbol la misma comparación que hacía Séneca con el placer y las amapolas que crecen en un campo de trigo sin haberlas sembrado. ¿Cuántas veces hemos disfrutado con un partido de fútbol que creció ante nosotros sin haberlo sembrado, y nos hemos aburrido como ostras en esos "partidos del siglo" que nos venden temporada tras temporada? Desde luego, el Manchester United-Manchester City del sábado no será una amapola, ni una tragedia griega, ni un partido nacido de las encinas o de las piedras, ni un viaje en barco por la desconocida costa africana. ¿Qué será, entonces? Será un Madrid-Barça con más distancia física y psicológica, así que ningún aficionado del Madrid o del Barça se quedará sin cenar.