Carlos Terrazas es un personaje peculiar, casi tanto como su equipo. El 3-3-3-1 que pone en liza se salta todas las convenciones para jugar a otra cosa diferente. El Mirandés de los últimos tiempos es un equipo alegre y aguerrido que propone una guerra de guerrillas en el campo. Siempre va de frente. Ayer en el Tartiere estuvo lejos de la imagen que se ha fraguado en los últimos años. Se vio a un Mirandés más reservón, satisfecho con el empate y con el dominio del Oviedo, con alguna contra armonizando movimientos pero sin colmillo. El año pasado el Mirandés dilapidó sus opciones de play-off por la endeblez defensiva (fue el tercer equipo más goleado) y quizás Terrazas haya optado este curso por una versión más práctica, menos valiente y atrevida. Puede que los resultados le avalen, pero para el espectador medio perder el Mirandés de la pasada temporada sería una lástima.