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LNE FRANCISO GARCIA

El crédito de Abelardo

En la terraza de una conocida sidrería de La Calzada, en una noche canicular tras la victoria del Sporting frente al Leganés, cuando el Sporting enlazó un siete de nueve que hoy, tras la derrota previsible ante el Barça, es siete de quince, un socio del Sporting daba cuenta, con precisión de cirujano, de un centollo regado con abundante sidra. Mientras acometía una de las patas del crustáceo decápodo se empeñaba en radiar para los vecinos de mesa, como si fuera uno de los Manolos, su crónica del partido. Y ante la sorpresa del respetable, comenzó a criticar a Abelardo: el planteamiento, los cambios...

Desconocemos la valoración que del partido de ayer hizo el aficionado de marras, pero seguramente le habrá costado entender la presencia de Lora en el lateral izquierdo, lastrado con una amarilla desde los primeros minutos, superado en varias ocasiones por las apariciones de Rafihna y expulsado por una entrada a destiempo sobre Sergi Roberto cuando mejor encaraba el Sporting al campeón. La segunda amarilla del madrileño destrozó a los locales, que encajaron una dolorosa goleada. En esa banda se echa en falta a Jony, no sólo por la verticalidad que imponía en ataque, sino sobre todo por el sacrificio defensivo que aportaba a la cuenta de resultados, hasta vaciarse en tantos partidos. Quien más echa de menos a Jony no es la grada de El Molinón sino Isma López. Y me temo que también el entrenador.

Hoy algunos palos buscarán la espalda de Abelardo: le va en el sueldo, pero no deja de sorprender que a estas alturas tempranas de la temporada y con una plantilla muy renovada y por hilvanar, algunos aficionados se empeñen en enmendarle al sastre el manual de corte y confección y en buscarle las vueltas al hilo en las costuras de un equipo que una amplia mayoría reconoce de mejor hechura. Es obvio que a Abelardo le falta ajustar el patrón a los nuevos modelos de la pasarela rojiblanca, pero casi nadie duda, por seguir abundando en la revista de moda, que la actual plantilla es a la anterior lo que la camiseta de Nike a la camiseta de Kappa.

Da gusta ver coincidir a dos gijoneses en los banquillos de El Molinón. Durante décadas, Abelardo y Luis Enrique han sido como dos gotas de agua gemelas, con caminos paralelos sobre el césped y ahora en los banquillos. Ambos cumplieron sus recientes objetivos: el uno, hacer campeón al Barcelona; el otro, salvar al Sporting. No albergo duda alguna de que el Pitu también hubiera llevado a los azulgranas al título de Liga; no está tan claro, sin embargo, que Lucho hubiera logrado mantener a los rojiblancos en la máxima categoría. Quiero decir que ambas gestiones técnica resultaron la pasada temporada meritorias. Pero tiene más mérito, aunque menos laureles, lo conseguido por Abelardo, que merece mucho crédito.

Hubo en los momentos más críticos de la pasada temporada signos de agotamiento del entrenador, pero se sobrepuso y con mucho esfuerzo y un poco de fortuna se logró el objetivo de la permanencia. Da la impresión que en este inicio del curso, el míster no encaja la crítica con la elegancia y la tranquilidad del curso precedente, pero no conviene lanzar guijarros contra el tejado propio por errores de mínima factura. Van siete puntos, los mismos que hace dos jornadas, ciertamente, pero no son de sutura.

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