Es una pena que un error en un titular, rectificado en cuanto fue detectado, en el mismo soporte, con idéntica difusión que el inicial y con disculpas que no fueron ni escuchadas, se haya convertido en una especie de debate nacional. "¿Quieres hablar? ¿No quieres defender a tu compañero?", me preguntaba el pasado martes un "colega", en Blimea, con motivo del entrenamiento realizado allí por el Sporting. Él había sido enviado por la televisión para la que trabaja, una cadena nacional, con el objetivo de recoger testimonios planteando a los aficionados algo así como: ¿quién tiene la razón, el periodista o Cuéllar? "Ya sabes, es que en Madrid quieren sangre", me contestaba, micrófono en ristre, ante mi negativa a posicionarme sobre lo que me planteaba. Es curioso que ese periodismo que Cuéllar censuraba, el de los "idiotas" y las "idioteces", se alimente de lo que él protagonizó el lunes.

Es una pena que la imagen de uno de los capitanes del Sporting circule por toda España por haberse despachado entre insultos hacia una persona, con todo lo que significa el club, con todo lo que simboliza el brazalete. Me sorprende, además, porque Cuéllar suele cuidar sus palabras hasta en las vigiladas redes sociales. Esas en las que aparece, de cuando en cuando, para lanzar proverbios sin importarle tanto cómo se interpretan o con qué se vinculan. En ningún caso son admisibles insultos y menos de semejante grosor.

Es una pena que algunos hayan tenido que descubrir el nombre de mi compañero Víctor Rivera a raíz de lo que ha ocurrido estos últimos días. Que a un profesional intachable, con veinte años de carrera en este medio, haya quien le relacione al tema Cuéllar antes que al "Véndovos Mareo", con todo lo que implicó aquella frase pronunciada por Juan Arango y que él descubrió en LA NUEVA ESPAÑA.

Es una pena que los que suelen ir de adalides de la verdad más absoluta, no actúen igual cuando les toca a ellos, que sean tan perfectos que nunca se equivoquen, que por ello presuman de ser más profesionales que el resto.

Es una pena que si trabajas haciendo información deportiva y quieres no ser vilipendiado en las redes sociales tengas que dar todos los días caña al dueño del club o ser un forofo. Así, seas veraz o no, te convertirás en persona a respetar en estos foros donde algunos acuden a ocultarse para saciar su aparente insatisfacción con palabras cargadas de odio y donde dicen dar la cara, pero luego los ves por la calle y la tuercen.

Es una pena, pero tengo que reconocer a esa gente tan perfecta que soy uno de esos bichos raros que a veces se equivoca. Sin mala fe, sin dobleces, de la misma forma que le ha pasado a mis compañeros. Intento arreglarlo, me disculpo y saco mi propia enseñanza, eso sí, sin después andar dando lecciones. Son cosas que uno aprende en esta casa, LA NUEVA ESPAÑA, de la mano de gente como Víctor Rivera, un periodista al que parecen desconocer algunos de los que lo llevan viendo a diario en Mareo desde hace nueve años. Es una pena, porque aquellos que continúan buscando vencedores o vencidos en esta historia, no se dan cuenta de que todos hemos perdido.