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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Juntar los labios y soplar

Cómo recibir a un jugador en el que fue su campo después de pasarse al equipo rival

El recibimiento a Ter Stegen, portero del Fútbol Club Barcelona, en el Borussia Park fue el recibimiento que todo futbolista querría tener cuando visita el estadio de su antiguo equipo. Ter Stegen regaló (por un precio, claro) grandes tardes al Borussia Mönchengladbach, así que era lógico que en la primera visita del portero al estadio que le vio crecer como deportista fuera recibido con cariño por su afición, a pesar de que se trataba nada más y nada menos que de un partido de Liga de Campeones. Un momento. ¿Era "lógico" ese recibimiento? ¿Era "lógico" que todos los espectadores se levantaran y aplaudieran a su antiguo portero cuando salió a calentar llevando en la camiseta el escudo del equipo rival? ¿Era "lógica" esa muestra de respeto y cariño por el tipo encargado de evitar que cantaran los goles de su equipo? No hablemos de lógica. Hablemos de fútbol.

El poeta Píndaro decía que la costumbre es la reina del mundo, y esa sentencia parece más que cierta en el mundo del fútbol. En el fútbol español no hay mucho respeto por los jugadores que cambian de equipo, y mucho menos cuando se van con armas y bagajes al otro lado de la cama, como en el caso de la saga/fuga de Figo o de Hugo Sánchez al Real Madrid. Pero, más allá de estos casos límite, no es fácil que un jugador sea recibido con aplausos por la afición después de su fichaje por otro equipo porque aquí casi todo lo entendemos en términos de conmigo o contra mí, o fidelidad hasta la muerte y más allá a unos colores o traición imperdonable, o mío o de nadie. Y no sé muy bien qué es más futbolero, si el elegante recibimiento a Ter Stegen por parte de la afición de Borussia o el abucheo que le espera a Alcácer cuando aparezca por Mestalla vistiendo la camiseta del Barça. Supongo que, como decía Píndaro, depende de la costumbre del lugar. El gran Heródoto observó que si a todos los hombres se les diera a elegir entre todas las costumbres, invitándoles a escoger las más perfectas, cada cual escogería para sí las suyas, pues estaría convencido de que son las mejores. Heródoto pone como ejemplo que, durante el reinado de Darío, este rey convocó a los griegos que estaban en su corte y les preguntó que por cuanto dinero accederían a comerse los cadáveres de sus padres, y todos respondieron que no lo harían a ningún precio; pero Darío convocó después a los indios llamados calatias, que devoran a sus progenitores muertos, y les preguntó que por qué suma consentirían en quemar en una hoguera los restos mortales de sus padres, como hacían los griegos, y se pusieron a vociferar rogando al rey que no blasfemara. ¿Cómo debe actuar un hombre cuando muere su padre? ¿Quemando su cuerpo? ¿Comiéndoselo? ¿Enterrándolo? ¿Abandonando el cadáver para que se lo coman los buitres? Para Heródoto, la respuesta depende del lugar. Si quieren profundizar en estas cuestiones, les sugiero la lectura del precioso libro de Antonio Penadés "Tras las huellas de Heródoto", su crónica de un viaje por Asia Menor que parte de Halicarnaso y discurre por Mileto, Priene, Samos, Éfeso, Afrodisias, Hierápolis, Sardes, Esmirna, Focea, Pérgamo, Assos, Troya y Bizancio, pero si desean darle vueltas al asunto del artículo de hoy, es mejor que se den una vuelta por los bares futboleros de su ciudad, de su país o de su continente.

¿Cómo debe actuar un aficionado cuando un jugador de su equipo decide cambiar de aires y de escudo? ¿Devorando su cuerpo con agradecimiento, quemándolo en la hoguera, enterrándolo en la memoria para siempre jamás, abandonando el cadáver para que se lo coman los buitres? Depende del lugar y, sobre todo, depende del equipo de partida y del escudo de ida. A ver cómo recibe el Camp Nou a Bravo, que ahora defiende la portería del Manchester City. Ya veremos qué pasa cuando Morata visite el estadio de la Juve con la camiseta del Real Madrid. Estaremos pendientes de los sonidos del Sánchez-Pizjuán cuando Kevin Gameiro ejerza como jugador colchonero. En todo caso, usted no puede comportarse como un griego si está en tierra de los calatias ni actuar como si fuera un indio de los llamados calatias cuando visita a los griegos. Y, sobre todo, si Neymar ficha por el Real Madrid y usted sentado en la grada del Camp Nou el día en que el jugador brasileño regresa vestido de blanco, hágame caso: esconda sus palabras bajo el colchón y limítese a silbar. Es fácil, sólo tiene que juntar los labios y soplar.

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