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Al espacio, mejor que con la pelota

Con la plantilla en plena construcción y los entrenamientos aún sin comenzar, se le pidió a Hierro en verano una primera aproximación acerca de la idea que manejaba para el Oviedo de esta temporada. Un pequeño borrador al que el aficionado con ansia de fútbol pudiera agarrarse. En aquella primera reflexión, un par de días después de haberse oficializado su fichaje, Hierro apuntó un par de asuntos interesantes. El primero fue señalar que quería un Oviedo atrevido, que intentara someter al rival a través de la pelota. Es una de esas declaraciones generales que siempre son bien vistas por el aficionado. Pero lo más importante venía continuación: el técnico se confesaba contrario a un sistema definido. Creía en un conjunto más camaleónico, capaz de adaptarse a cada situación. En cuanto al dibujo y a la propuesta. Es como si todo lo anterior explicado por Hierro llevara un asterisco: Cualquier idea sobre la propuesta de juego estará supeditada a la materia prima, a lo que puedan dar los futbolistas de la plantilla. Entre esas dos posturas parece navegar Hierro en su búsqueda del mejor Oviedo posible.

Después de nueve jornadas disputadas, parece un buen momento para ir sacando algunas conclusiones. Una de ellas es que el propio Hierro parece estar en plena búsqueda. Es como si sus ideas le marcaran un estilo de juego y la plantilla señalara otro camino. Hierro quiere que su equipo sea protagonista con la pelota pero las mejores actuaciones del Oviedo han llegado cuando le ha dejado al rival llevar el peso. En este apartado recuerda al equipo de Egea de la temporada pasada: pulcro aunque sin alardes con la pelota y vertical y afilado cuando encontraba los espacios. El nivel de los delanteros ayuda a fomentar esta idea: el Oviedo ataca mejor cuando aparece por sorpresa. Se vio en el primer gol y en el penalti del segundo.

Ayer sumó además otra razón para el optimismo. La labor defensiva sí fue efectiva. El Rayo es un equipo que tiene que construir cada jugada a través de Trashorras. El mérito del Oviedo es que el pivote se quedara en una versión más monótona y menos creativa que de costumbre. Un buen primer paso para hacer daño a los de Sandoval. Hierro supo poner las bases y a partir de ahí crecer.

Linares, fe en el gol

Miguel Linares es uno de esos jugadores con una fe inquebrantable en el gol. Y, a veces, la fe puede con la física. Al menos en cuestiones futbolísticas. Se vio en el primer tanto del partido. Michu dibujó un buen pase que el aragonés convirtió en excelente. En su camino al éxito, Linares aguantó el acoso de los fornidos centrales del Rayo, pero su carrera tenía algo más. El premio del gol es para un delantero el asunto más trascendente de que los que se pueden tratar en un terreno de juego. Linares aguantó y venció a los zagueros. Tampoco supuso mayor problema Toño, con una salida que transmitía poca decisión. Linares tocó sin demasiada fuerza ni excesiva precisión, pero con fe. Por eso la pelota acabó en la red.

Michu ya da puntos

Con esa acción, el pase a Linares, se presentó Michu en el partido. Y casi podría decirse que en la competición. Hasta la fecha, la adaptación del ovetense había sido gradual si se exceptúa la resultona puesta en escena del primer partido en Copa. A Michu le duele el tobillo pero el fútbol le sigue sonriendo. Hay cosas que siempre las va a tener. El talento, por ejemplo. De ahí ese envío de primeras a la carrera de Linares. O su capacidad para sorprender desde la segunda línea, como en la jugada del penalti. Sin ser una actuación memorable, Michu sí apareció en los momentos más importantes. Hasta ahora, el asturiano servía como cebo para la grada mientras la gente esperaba su puesta a punto. Desde ayer, Michu ya le da puntos para el Oviedo. "Marcará las diferencias", vaticina Sandoval. Y el público del Tartiere se relame.

Rocha, centrocampista nómada

A Rocha, lo de la banda no le termina de encajar del todo. Defiende Hierro que el centrocampista puede adaptarse a diferentes posiciones y que le da mayor riqueza táctica al equipo. No parece sin embargo que en la banda sea el lugar donde más salen a relucir sus virtudes. Rocha brilla cuando tiene el balón y se apaga alejado de él. Desde el centro, el extremeño siempre encuentra una solución a los frecuentes problemas de construcción de los azules, pero como teórico extremo la cosa se complica. Las salidas se reducen drásticamente y Rocha, improvisador, se ve obligado a jugar de una forma más plana. Por eso la orden es que en cuanto pueda abandone la banda, que se meta al centro y ayude en las labores de construcción. Lo de la banda debe ser una excusa para formar con otro centrocampista interior.

Un pequeño gran paso

Con tanta igualdad en la categoría, sumar tres puntos significa un pequeño paso firme para cualquier equipo. En el caso del Oviedo, el empujón tiene efectos directos sobre la moral. Es como si el aspecto emocional ocupara el primer lugar en su lista de preocupaciones. Para el Oviedo, ganar significa sumar y reafirmarse. Todo con un simple resultado. No queda resuelto aún el debate futbolístico (¿balón o espacios?) pero sí permite unas dosis básicas de tranquilidad de cara a futuros envites. Se acentúa con la victoria ante el Rayo la importancia del Carlos Tartiere, ese aliado trascendente en las temporadas de los éxitos.

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