Mientras en León están de fiesta por la eliminatoria Cultural-Real Madrid que ha salido del bombo del sorteo, en el Sporting no hay sitio para ninguna celebración. El Eibar es el rival escogido por el caprichoso bombo. Un mal rival. Un equipo de Primera rocoso, ordenado y ambicioso. El primer partido se juega en el Anfield del Piles, con el riesgo que esa circunstancia acarrea. La vuelta, además, el 21 de diciembre, cuando los futbolistas están más pendientes de cerrar las maletas para irse de vacaciones navideñas. Además, con todos los respetos habidos y por haber, el cuadro vasco no es precisamente de los que llevan más gente a las taquillas. En resumen, mal sorteo para un Sporting que lleva muchos años reñido con la Copa, competición en la que logró éxitos sonoros, con dos finales incluidas.
La Copa del Rey, damas y caballeros, señoras y señores diputados, queda aún lejos. Lo inmediato es nada menos que la Liga, la competición que, como dijo aquél, da o quita los garbanzos. La Liga vuelve con la visita del Valencia y después de que un análisis informático coloque al Sporting en la zona de permanencia, dejando los tres puestos de descenso para Deportivo de La Coruña, Granada y Osasuna. El aparato de marras da un puntaje muy bajo, como diría un argentino. Demasiado bajo. Y, por fin, da campeón al Real Madrid, con un punto de ventaja sobre el Barcelona.
Pero quedamos en que lo inmediato es la llegada del Valencia del debutante Prandelli. Una incógnita que sólo se resolverá según vaya avanzando el partido. La realidad nos dice que el Sporting vuelve a su campo después de cuatro derrotas consecutivas. Dos de ellas ante Atlético de Madrid, ahora líder, y Barcelona, siempre favorito. De las cuatro derrotas, tres fuera de casa con lo que ello significa. Significa que hay atenuantes para los cuatro golpes recibidos de los que el equipo del gran timonel ha de recuperarse a base de victorias y puntos. Los tres de mañana, por ejemplo, que evitarán la probable caída a la zona de descenso, en la que tan mal se debe de estar aunque el mes en curso sea octubre.
Situado el partido en su importancia real, sólo queda que los futbolistas que ponga en liza el entrenador, los once de los tres primeros encuentros, recuperen las sensaciones iniciales. Fue Miguel Indurain quien puso de moda las sensaciones. Cuando el deporte comenzó a usar de forma masiva aparatos de control de todos los datos de cualquier deportista, el grandioso ciclista confesó que él se movía en el entrenamiento y en las carreras por sensaciones. Lo mismo ha de hacer mañana el Sporting, recuperar las sensaciones de las tres primeras jornadas, las jornadas de la esperanza. En esa pelea ha de estar el equipo rojiblanco.
En peleas distintas anda metido Esuperio, que no termina de dar con la tecla. Y eso que las buenas costumbres se mantienen por encima de todo; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿cuánto dinero le cuestan al Sporting los intereses anuales de los créditos que mantiene con diversas entidades? ¿Han subido o bajado con relación a años anteriores? Son cuestiones clave para la buena marcha del negocio.
