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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

El Diablo es herbívoro

La pasión de los futboleros, las costumbres de los jugadores y las llamadas a la ayuda divina

El naturalista francés George Cuvier, uno de los científicos favoritos de los jóvenes estudiantes porque su teoría de las Catástrofes, que sostiene que la historia geológica de la Tierra es una historia puntuada por catástrofes que provocaban la extinción de las especies hasta entonces existentes y su sustitución por otras, es mucho más cinematográfica que la teoría de la Evolución de Darwin, es recordado también por su teoría de las correlaciones, principio fundamental de la anatomía comparada, que se hizo famosa en su momento gracias sobre todo a una anécdota protagonizada por el científico y sus estudiantes que el biólogo Herbert Wendt cuenta en "Tras las huellas de Adán", un clásico de la antropología divulgativa. Un grupo de estudiantes quiso gastar una broma a Cuvier, así que uno de ellos se puso unos cuernos y se calzó zapatos con suela de casco y de esta manera, disfrazado de Diablo, fue a casa del naturalista mientras sus compañeros se las habían arreglado para poder mirar lo que ocurría desde una ventana. Cuvier estaba durmiendo tranquilamente y, de pronto, el estudiante disfrazado empezó a gritar: "¡Despierta, hombre de las catástrofes! ¡Soy el Diablo! ¡Vengo a comerte!". Cuvier encendió la luz, observó al monstruo y, sacudiendo la cabeza, dijo: "¿Quieres comerme? Te será imposible. Tienes cuernos y pezuñas; según la ley de las correlaciones, eres herbívoro". Después, Cuvier se dio la vuelta y siguió durmiendo. Los estudiantes, que estaban preparados para reírse de Cuvier, respondieron con una gran ovación.

Recordé esta maravillosa anécdota el pasado domingo cuando un señor mayor que rezaba el padrenuestro con voz de trueno me despertó de mi siesta. Como Cuvier, abrí los ojos y me encontré con unos tipos que escuchaban la oración en silencio. ¿Estaban en una iglesia? ¿Acaso el mismo Dios se había presentado ante mí con intención de comerme la razón? Imposible. Los tipos, muy jóvenes, vestían ropa deportiva de color rojo y blanco, y el señor que rezaba en voz alta llevaba una bufanda con los mismos colores. Según la ley de las correlaciones, todos eran seres humanos basados en la química del carbono que no estaban en una iglesia, sino en el vestuario de un equipo de fútbol antes de un partido. No me di la vuelta y seguí durmiendo, claro, porque entendí que lo que estaba ocurriendo no tenía nada que ver con Dios, sino con el fútbol, y a mí me gusta mucho el fútbol. Y así, muy despierto, me pregunté por qué un señor reza el padrenuestro antes de un partido de fútbol; por qué Dios tendría que ayudar al Sporting a ganar al Valencia en El Molinón; por qué el Señor anda entre los pucheros, como decía Santa Teresa de Jesús, pero también entre botas, camisetas y balones de fútbol; por qué Neymar se pone de vez en cuando una cinta en la cabeza con el nombre de Jesús, pero será difícil que veamos a un crack llevando una cinta que rinda homenaje a las leyes de la mecánica; por qué Keylor Navas insiste en dar gracias a Dios por sus aciertos en la portería pero nunca, jamás, echa la culpa a Dios de sus errores; por qué muchos se ríen o se sorprenden cuando un futbolista se empeña en entrar en el terreno de juego con el pie derecho (Santi Cazorla), tiene que cortar las mangas de sus camisetas (Iker Casillas) o salir el último al campo (Messi), pero nadie se ríe ni se sorprende de que tantísimos futbolistas se santigüen (algunos, varias veces seguidas) o de que alguno pida ayuda a la Virgen de Covadonga antes de lanzar un penalti. ¿Dios quiere ayudarnos a ganar un partido? Imposible, no sólo porque si Dios decidiera intervenir en el mundo tendría otras prioridades, sino porque según la ley de las correlaciones un señor con bufanda roja y blanca en El Molinón es un seguidor del Sporting, no un intermediario entre los futbolistas y Dios.

El Diablo es herbívoro y Dios no come de todo.

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