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De cabeza

Minimalismo

Es encomiable mantener la portería a cero, pero el Oviedo podría exponer más en ataque

El minimalismo está en auge: la voluntad de lograr lo máximo con lo mínimo le está dando al Real Oviedo unos resultados insospechados. En el partido contra el Ucam Murcia parecía ese ahorrador enfermizo que, con tal de no gastar, prefiere no salir de casa. A día de hoy, el Oviedo es un equipo de cerrajeros que ha logrado la paradoja de abrirse camino a base de cerrar puertas. A mí también me parece encomiable mantener la puerta a cero durante tantas jornadas, pero digo yo que, aunque no vayamos a subir el Everest, por lo menos ir a bajar la basura. Con las llaves y el teléfono móvil por si acaso y husmear un poco la portería contraria; asomarse a ver si el cielo está azul o si amenaza lluvia. Si comparo los efectivos de la plantilla con el juego desplegado en La Condomina, a mí me sale un equipo decididamente contracultural; aunque contracultural contra sí mismo. Sigo pensando que, cuando los jugadores mantienen un poco la posesión de la pelota y ocupan con movilidad adecuadamente el terreno de juego, llegan a meta con bastante facilidad: vamos, que si se deciden a abandonar el hogar por un rato hasta pueden celebrar una fiesta.

Cómo me va a costar ser un ganador sufridor si es que va a ser el caso. Porque ser un perdedor sufridor es una redundancia que ya tengo asumida. Sin embargo, el vividor que hay en mí se revuelve delante del televisor cuando veo esa especie de juego de frontón en el que los murcianos hacen de pelotaris y nosotros de cemento escupe balones.

Comienzan a florecer las alusiones al cholismo y a esa filosofía de que para ganar hay que sufrir. Se repite hasta la saciedad aquello de que en la rula no preguntan, apuntan. Y yo, qué quieren que les diga, aspiro a llevarme de cada encuentro una instantánea que me reafirme en la idea de que el fútbol sigue siendo un juego de niños y no un asunto de estado o un ejercicio de supervivencia. El domingo pasado lo conseguí por los pelos: en el último tramo de la primera parte, Rocha dio un pase larguísimo en diagonal que fue como si Groucho Marx alzara la voz en medio de un coro de plañideras. Y menos mal, porque iba camino de ser víctima de la melancolía. Al menos, cuando juega Michu, me queda el consuelo de imaginar un futuro repleto de goles fogosos a lo Premier League.

El próximo fin de semana llega el Lugo al Tartiere. De todos los caminos para ganar, descartemos el de la suerte. Ese comodín ya se agotó en Murcia. Que un mismo jugador falle un penalti y marque en propia meta es un exceso que no nos volveremos a encontrar. Ahora bien, todo se comprenderá mejor si tenemos en cuenta que el desafortunado rival se apellida Góngora, como uno de los grandes poetas barrocos del Siglo de Oro. Y la tendencia imperante en estos momentos es la del minimalismo.

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