La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alberto Menéndez

Es hora de soltarse

Decimotercera jornada de Liga, cuarto en la clasificación, a un solo punto del ascenso directo. Un lugar de privilegio siempre, pero más para un equipo como el Oviedo, con muchas novedades en su plantilla respecto a la temporada anterior, con un entrenador nuevo y sin experiencia en la categoría y con profundas heridas internas de poco tiempo atrás que necesitaban una cicatrización. El Oviedo de Fernando Hierro ha logrado coger el aire a la categoría y ahora ya puede comenzar a pensar -siempre desde la humildad, por supuesto- en el gran objetivo que se marcó el propietario del club desde que llegó a Asturias: hacerle competir en Primera División, en la competición nacional más prestigiosa de Europa en la actualidad.

Pero para que ello sea posible, para que nada se tuerza, es necesario tener los pies en el suelo; ser realistas y autocríticos. Lo sucedido hace sólo unos pocos meses, cuando decisiones precipitadas acabaron con las esperanzas hasta entonces fundadas de la afición azul, no puede volver a repetirse. El Oviedo ha enlazado seis jornadas sin perder, pero seguro que a lo largo de la temporada llegarán momentos difíciles y ahí es donde se distinguen los equipos grandes, con aspiraciones, de los pequeños, de los carentes de ambición: en saber afrontar con tranquilidad las crisis.

Ahora, ya en los puestos altos de la clasificación, el Oviedo tiene que empezar a demostrar realmente que tiene juego suficiente para aspirar al ascenso. Porque hasta ahora no lo ha hecho. Lo reconoce el propio Fernando Hierro. Es cierto que el equipo "se siente fuerte", como dice el entrenador, pero sólo en determinadas fases de los partido. Ése es su gran desafío: ampliar su poderío, extenderlo en el tiempo; hacer que el equipo sea lo menos vulnerable posible el mayor número de minutos.

El equipo está creciendo, como afirma Hierro. Los resultados lo corroboran. Pero, como él mismo admite, a sus jugadores les falta "soltarse". Y qué mejor momento que el actual, con la tranquilidad que dan los puntos conseguidos en las últimas jornadas y con una afición cada día más en sintonía con el entrenador y la plantilla. Un partido más o menos redondo, sin lagunas, es lo que necesita el Oviedo para despejar cualquier duda de cualquiera de sus seguidores sobre sus posibilidades reales de ascenso.

Que el Oviedo sea el equipo menos goleado de la categoría dice mucho de su máximo responsable técnico. Sólo jugar bonito, en Segunda, no sirve; es insuficiente. Lo más sensato y práctico es partir de una buena defensa (acompañada, por supuesto, de un cancerbero de garantía) para desde ahí, con esos mimbres, intentar desarrollar un efectivo repertorio ofensivo. En los últimos partidos en el Carlos Tartiere los azules sí han conseguido llevar a la práctica esta teoría, aunque fuera sólo en determinados momentos. Fuera de casa no, fuera de casa a los oviedistas les cuesta mucho acercarse a la meta contraria. Es ahí donde deben soltarse más. Y pronto.

Compartir el artículo

stats