El Oviedo realizó el sábado el partido más completo de la temporada junto con la segunda parte ante el Lugo. Fue un Oviedo muy serio que no sufrió, y no sufrir ante el Levante, el equipo más en forma de la Liga con jugadores como Roger o Campaña, con los números que está haciendo, tiene mucho mérito.

Después del mal partido en Huesca, un triunfo así es la mejor forma de levantarse. Ganar al líder es un importante golpe de moral. Te hace creer en tus posibilidades, y el Oviedo las tiene. Siempre desde el trabajo y la humildad, yendo partido a partido y teniendo claro que lo importante es la constancia en una categoría complicada y muy larga. El duelo de sábado en el Carlos Tartiere dejó claro que el Oviedo está en la buena línea, que éste es el camino a seguir: los azules fueron un equipo muy serio, sin concesiones atrás, muy concentrados, muy metidos en el partido y con cierto arriba, saliendo al contragolpe.

El Oviedo dejó el balón al Levante y se sintió muy cómodo en ese rol. En los primeros 20 minutos, los azules cedieron terreno y el Levante, un equipo bien plantado y trabajado, se sintió superior y arriesgó mucho, dejando sólo dos centrales en las salidas. Pero, pese a la pérdida de dominio, el Oviedo no se sintió inquieto y, poco a poco, se fue equilibrando el partido. En el último tramo del primer tiempo, las fuerzas estaban parejas. En la segunda parte, el Oviedo, sobre todo a raíz del gol, creció mucho, se sintió más cómodo, se fue hacia adelante y acabó imponiéndose con claridad. Es cierto que antes del 2-0 de Pereira, que estuvo muy peleón durante toda la tarde y que fue decisivo en el ataque azul, el Levante pudo empatar, pero en general el conjunto de Hierro no pasó demasiados apuros.

Hubo otras veces esta temporada que el Oviedo ganó con esa pizca de suerte que siempre es necesaria en una categoría así, pero el sábado la sensación no fue esa. La sensación fue la de un equipo con empaque, con oficio, que supo mantener bien la portería, que no concedió ocasiones y que resolvió bien las que tuvo. El Oviedo dio sensación de poderío de grupo y demostró tener un gran bloque, tener empaque.

No hay que lanzar, no obstante, las campanas al vuelo. La del Levante fue una buena prueba de fuego, pero no deja de ser un partido más, porque a lo mejor mañana te viene el último clasificado y te pinta la cara. La Segunda División es muy larga, es como una maratón: hay que ir ganando etapas, partido a partido, llegando bien al tramo final de temporada, que es donde se decide todo. El del sábado fue un partido muy bueno pero, se quiera o no se quiera, los puntos valen lo mismo que los del próximo sábado ante el Alcorcón. El triunfo mentalmente te da mucha fortaleza, pero lo mismo que se ha ganado al líder se puede perder con los equipos de abajo. Por eso no hay que bajar la guardia.