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Ángel Cabranes

Abelardo pierde en las formas

Cuando se pierden las formas, se pierde la razón. Abelardo perdió las formas el pasado martes, tras la derrota ante el Eibar en El Molinón, en partido correspondiente a la ida de los dieciseisavos de la Copa del Rey. El entrenador rojiblanco se dirigió a un periodista de un medio escrito nacional, el diario Marca, con palabras gruesas y malsonantes. Da igual la cuestión que le hizo explotar, o los vínculos que puedan existir detrás: el insulto dejó sin peso cualquier argumento, cualquier justificación.

El problema es que la historia vuelve a repetirse. Hace unos meses, la víctima de los insultos por parte de uno de los capitanes de la plantilla rojiblanca fue un periodista de esta casa. Mucho más groseros, igualmente reprobables. El Sporting, que antes viajaba por España con la marca de los guajes, parece ahora marcado por la polémica continua del exabrupto en salas de prensa. El club no puede permitirse esos lujos. Abelardo, tampoco.

El Sporting tiene repleto su historial con ejemplos de que ser grande significa arreglar con señorío lo que otros discuten en el barro. El Pitu, por su parte, cuenta con una trayectoria subrayada con verdades, en el campo y en el banquillo, que no puede verse empañada por episodios tan lamentables como el del martes. Ha heredado cosas mejores de maestros como Van Gaal o Clemente.

El entrenador del Sporting es hombre de temperamento, de calentones, como él mismo reconoce. Sin ese genio no habría llegado tan lejos como futbolista ni como entrenador, pero tampoco puede dejar que esos impulsos le cieguen o le llenen la boca de palabras faltas de decoro. Ni ahora, por lo que significaría de traición a los valores que a tantos sportinguistas han llevado estos años a identificarse con el "abelardismo" al haber sido testigos y partícipes de dos milagros consecutivos en forma de ascenso y permanencia, ni nunca en adelante. El Sporting y el "abelardismo" son mucho más que eso.

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