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El observatorio

Vuelta a empezar

La victoria sobre Osasuna abre al Sporting nuevas perspectivas en la Liga, pero no despeja las dudas sobre sus altibajos

Para el Sporting la victoria era tan necesaria que, una vez conseguida, y además contra un rival directo en la lucha por la permanencia, todo lo demás puede parecer accesorio. Pero no estará de más recordar que el triunfo sobre el Osasuna, que le permite salir de los puestos de descenso, no es una meta, sino un punto de partida. Por si hubiera alguna duda, los últimos minutos del encuentro de ayer, en los que los navarros estuvieron a punto de rebajar el resultado hasta un 3-2 preocupante por no decir angustioso, aminoraron la euforia que había llegado a desatar el 3-0, y eso se reflejó en la reacción final del público, en la que la satisfacción no llegó al entusiasmo. De todos modos, para el Sporting, que ha cambiado su sistema de juego, comienza una nueva etapa de esta Liga, abierta a todas las posibilidades, las buenas y las no tan buenas. No es mala noticia la de que puede volver a empezar cuando la inacabable mala racha de resultados invitaba a pensar sólo en lo peor.

El triunfo que se demoró

El triunfo del Sporting llegó por un camino tortuoso. El primer tiempo de los rojiblancos transmitió más miedo que esperanza. El nuevo sistema de juego, con tres defensas centrales en tanto que a los laterales se les reserva la función de carrileros, quedaba convertido en una anécdota ante la actitud precautoria que mostraba el equipo. Obsesionado por no perder el balón, el Sporting se plantaba muy atrás y tardaba una enormidad en salir. Cruzar el medio campo le suponía una veintena de pases, lo que se traducía en que Osasuna disponía de tiempo para reagruparse y cerrar espacios. Cuando el Sporting lograba llegar a la zona de ataque, el rival le ahogaba. Hubo que esperar hasta el minuto 41 para que los rojiblancos lograran articular una jugada rápida y fluida. La malogró al final un centro impreciso de Carmona. Pero fue el preludio de un acierto decisivo del mallorquín.

Un gol improbable

Ese acierto llegó en una jugada que, en principio, parecía tener pocas probabilidades de éxito, pero que surgió en la onda expansiva de aquella primera jugada ilusionante. Amorebieta, en vez de intentar la enésima combinación en corto, decidió centrar al área desde la izquierda. Era un buen balón, destinado probablemente a perderse, porque el Sporting no tiene buenos cabeceadores y además había pocos rojiblancos en el área. Pero Carmona, que llegaba desde el segundo palo, le echó valor a la oportunidad, ganó la posición a Clerc y, desde el aire, cabeceó hacia abajo, como el mejor especialista. Era el primer remate del Sporting entre los tres palos, pero abría al fin la puerta a esa victoria que, de tanto necesitarla, se le estaba convirtiendo una vez más en una quimera.

Réditos del sistema

El gol del Sporting cambió el partido en la medida en que obligó a Osasuna a correr más riesgos. Y el Sporting pudo así comprobar que su nuevo sistema puede brindar oportunidades en la portería contraria. Cuando en el minuto 55 Moi Gómez se aprovechó sagazmente de un desajuste de la defensa osasunista para colarse por la izquierda y meter un buen centro, quien llegó a aprovecharlo para marcar con seguridad el segundo gol fue Douglas, uno de los carrileros. Y la jugada del 3-0, que, en teoría ponía a buen recaudo la victoria, llegaría 23 minutos después tras un gran contragolpe, iniciado por Moi Gómez y protagonizado por el otro carrilero, Isma López, un jugador que tiene la gran virtud de no rehusar el riesgo de intentar la jugada individual.

Y riesgos del equipo

Con una renta tan amplia el sistema debió mostrar su eficacia para conservarla. Y así lo hizo hasta las postrimerías del partido. La defensa se imponía con un Meré excelente, un Amorebieta más controlado que otras veces y el habitual Lillo, regular y efectivo. El centro del campo, con un Sergio de mucha presencia, aparecía al fin. Todo parecía controlado. Pero, de pronto, al Sporting le sobrevino un bajón, que recordó aquellos de las primeras jornadas, cuando, tras un primer tiempo excelente, el equipo se venía abajo. Esta vez fueron apenas quince minutos, pero estuvieron a punto de ser bastantes para echar por la borda todo lo conseguido.

El arreón de Osasuna

Osasuna había sido hasta entonces un equipo tan voluntarioso como limitado, hasta el punto de que no había logrado mandar un solo balón entre los tres palos de la portería contraria. Pudo deberse a la aparición de De las Cuevas, quien, al pasar a la derecha, lo hizo de la oscuridad al brillo. O pudo ser por el acierto y la decisión de Berenguer, pero los navarros se convirtieron de pronto en un rival peligroso. El gol de Flaño en el minuto 85, tras una jugada en la que Berenguer desguazó a la defensa gijonesa, fue algo más que el gol del honor, pues espoleó a los pamplonicas. Y si el remate de Berenguer en el minuto 91 tras la jugada de De las Cuevas no hubiera terminado en el larguero, el final del partido, por poco que quedara, se hubiera convertido en angustioso para un equipo como el Sporting que poco antes gozaba del festín de una victoria por goleada. En el tiempo nuevo que se le abre ahora con esta victoria, el Sporting debería mirarse la causa de esos hundimientos repentinos.

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