Los responsables anuncian con la boca pequeña que van a buscar soluciones a la preocupante situación que vive el equipo y, por consiguiente, el club. La cuestión reside en hallar la solución adecuada para sacar al equipo del descenso, zona de máximo riesgo porque la auditoría asegura que la permanencia es imprescindible para la consolidación económica de una institución que no hace tanto estaba arruinada y que no entró en quiebra por esos milagros tan abundantes en el fútbol español.
Los más finos analistas del lugar aseguran que el gran timonel, al que algún malvado escondido en las masas madrileñas ha degradado a pequeño grumete, está hundido. Malo. El primero que tiene que sacar la cabeza es él porque él va a ser el encargado de liderar la reacción rojiblanca. Dado por hecho que el entrenador no va a cambiar porque los méritos de Abelardo son mucho mayores que los posibles deméritos actuales y porque la doctrina del llorado se impone, tendrá que ser el técnico el que marque el camino a seguir para sumar los puntos necesarios.
¿Que cuál es la doctrina del llorado? Pues tan sencilla como ésta: "Presidente, no puedo con la situación, no voy a sacar al equipo adelante, pero no dimito; me echas y me lo pagas todo". No dimitió y tuvieron que pagarle todo el contrato. Eso sí, poco después le levantaron una estatua y le dieron su nombre a una alameda cercana. Las cosas, damas y caballeros, señoras y señores diputados, son así.
Al margen historias que es bueno que conozcan las buenas gentes rojiblancas, parece claro que las jornadas pasan y que alguna solución tiene que haber para evitar la catástrofe. La cuestión se complica cuando de los mil fichajes realizados el pasado verano ninguno parece haber sido un acierto, lo que ya es difícil. Lo normal cuando se realiza el elevado número de fichajes que realizó el Sporting es que fallen algunos, pero no la totalidad, como es el caso, pese a que en los comienzos ligueros tal pareció que el acierto había sido pleno. Un club no puede cambiar toda la plantilla en el mes de enero; sólo puede retocar los puestos más necesitados con los llamados refuerzos. ¿Cuáles son esos puestos en el Sporting? Las opiniones son divergentes, lo que prueba la dificultad del empeño, pero no hay más remedio que afrontar la necesidad de dar un empujón a una plantilla que se ha ido viniendo abajo. El Sporting de octubre, metido ya en problemas, era mucho mejor que el actual. Perdía los partidos por poco, por errores individuales, y se acercaba a los buenos resultados, algo que ahora no se ve en ninguna mañana, tarde o noche.
La capacidad de maniobra rojiblanca tampoco parece que sea grande, pero los gestores habrán de buscar las fórmulas necesarias para que haya salidas que propicien entradas de nuevos elementos que cambien la cara al triste Sporting que vemos cada jornada. Hoy es martes, esto no es Bélgica, y el partido de mañana en Éibar levanta terrores entre el pueblo fiel. Pese a todo, la apuesta por las buenas costumbres se mantiene; si pregunto, ¿molesto?: ¿todo empezó en La Coruña? Remember. Próxima parada, Capuchinos.
