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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

El fútbol desde el aire

El parón navideño permite relativizar la importancia de la Liga española

¿La Liga? Mmmmmmmmm ¿La Liga, dices? ¡Ah, sí! Ese campeonato de fútbol que se juega en España en el que compiten veinte equipos y al final siempre gana Alemania? No, estoy confundiendo la Liga con el Mundial, o con la Eurocopa, o? No sé. Es que llevo un par de semanas pendiente de la Premier League, la competición inglesa de fútbol, y me lo he pasado tan bien viendo partidos de fútbol en Navidad que estoy un poco perdido? La Liga es eso donde juegan el Barça, el Madrid, el Athletic Club y hasta el quipo anteriormente conocido como Valencia C. F. y que ahora es una mezcla de bazar de las sorpresas, el camarote de los hermanos Marx y los chistes de "American Pie", ¿no? El parón navideño en el fútbol español profesional es ridículo, antiguo y antiproletario, pero tiene algo bueno. Sirve para relativizar y para que nos demos cuenta de que hay vida más allá del fútbol? aunque esa vida haga alguna que otra parada en Anfield y en Old Trafford.

Michel Onfray dice en su "Teoría del viaje", un ensayo que lleva el sugerente subtítulo de "Poética de la geografía", que el avión da lecciones de filosofía porque todo lo que en suelo parece grande, voluminoso e importante se convierte en el aire en pequeño, mezquino, irrisorio e insignificante. El parón navideño en el fútbol es como viajar en avión porque, desde el aire de dos semanas sin fútbol, todo lo que nos parecía grande, voluminoso e importante se convierte en pequeño, irrisorio e insignificante, desde el "Balón de Oro" al despliegue mágico de Messi, desde la angustia existencial de Osasuna hasta el asalto a los cielos del Sevilla, desde la demolición del Valencia como si fuera un Coloso de Rodas en pleno terremoto hasta la simeonedependencia de un Atlético de Madrid que cree que sin el Cholo se quedaría como el Tíbet sin Dalai Lama. La prensa deportiva ha tirado de imaginación para llenar el hueco del fútbol, pero ni la desbordante imaginación de un Tomás Roncero puede competir con un duelo en el O. K. Corral inglés entre Klopp y Guardiola. Resulta que no era para tanto. Resulta que se puede vivir sin que el Barça y el Madrid colonicen los telediarios como el rey Leopoldo II de Bélgica colonizó el Congo. Resulta que el mundo no gira alrededor del estado de ánimo de Cristiano Ronaldo. Resulta que hay otros mundos más allá de la margarita que está desojando Luis Enrique. Desde el aire, todo es más pequeño.

Cuando viajamos en avión, sigue diciendo Onfray, nos sentimos de pronto como fragmentos de un gran todo, un pedazo irrisorio de una mecánica importante que nos contiene y nos supera. Nos volvemos panteístas, y la historia, demasiado preocupada por peripecias locales, desaparece en beneficio de la geografía. Cuando viajamos en el avión del parón liguero, los futboleros nos sentimos como fragmentos de un gran todo futbolístico, y un partido de Liga se convierte en un pedazo irrisorio de una mecánica importante que contiene a nuestro campeonato y lo supera. Nos volvemos panteístas. El campeonato de Liga desaparece en beneficio de la geografía futbolística. No hay fronteras. No hay historia. No hay?

¡Eh! Que empieza el partido. Por fin vuelve la Liga, ya estaba hasta el culo de tanto inglés?

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