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Fondo Norte

La hora de los verdaderos futbolistas

El partido ante el admirable Eibar no lo sacan adelante ni el consejo, ni el entrenador, ni los aficionados

Según se acerca el partido de pasado mañana frente al Eibar, va creciendo la sensación de que el actual Sporting se enfrenta a uno de sus días más decisivos. La sensación general es que o se suman los tres puntos o se entona el miserere de un equipo que lleva siglos sin ofrecer una satisfacción al amplio mundo rojiblanco. "No queda otra que ganar", sentenciaba a media mañana de ayer un conspicuo seguidor rojiblanco, testigo de incontables partidos del equipo en el Anfield del Piles y fuera de él. Ya no valen los paños calientes a los que tan aficionados son algunos porque con tres victorias a mediados de enero no hay equipo que se salve, aunque lo entrene Paquirrín, que se ha ofrecido a llevar al Valencia a la Liga Europa.

Según se acerca el partido ante un rival que da en cada partido una admirable imagen de solidez, está claro que ha llegado la hora de los futbolistas. No es la hora del consejo sin un gramo de liderazgo, ni la hora del gran timonel, ni la hora de la Mareona o de los aficionados que forman parte de la masa silenciosa; es la hora de los futbolistas, de los verdaderos futbolistas, a los que se les supone capaces de ganar el partido de pasado mañana y los que se necesitan para alcanzar la permanencia, objetivo irrenunciable desde el punto de visto deportivo para los intereses rojiblancos.

El Eibar es uno de esos ejemplos de buena gestión que dejan con la boca abierta a los que padecen gestiones deplorables. Una dirección deportiva con un buen ojo para hacerse con jugadores con oficio y capacidad de sacrificio; un entrenador que exige a los suyos una entrega constante y un buen juego que los lleva con galanura por los campos de la Liga y de la Copa. Y todo en una ciudad de poco más de cincuenta mil habitantes. Una vida paralela a la del Villarreal, aunque en este caso con un capital fuerte en la propiedad. Admirable Eibar, peligro inminente para un Sporting que está seriamente amenazado.

Los jugadores rojiblancos, si hacemos caso de la doctrina impartida en las últimas horas por Lillo y Amorebieta, se han dado cuenta de lo que está en juego. Ya era hora, damas y caballeros, que estamos en enero, y la Liga comenzó en agosto. El central vasco reclama unidad para sacar adelante la situación. Pues eso, unidad, divino tesoro en circunstancias tan severas como las que vive el actual Sporting, que a lo largo de los últimos meses pareció una concentración de mingas frías, que diría Javier Clemente. La hora de los verdaderos futbolistas ha llegado.

Mientras, no perdamos de vista otros quehaceres. Por ejemplo, los arbitrales con el Barcelona. A un minuto del final del partido de anteayer en el Camp Nou un tal Piqué derribó al borde del área a Williams. El árbitro Gil Manzano se dio mus, el delantero vasco protestó y se llevó una amarilla. El Athletic no tiene a un lanzador tan espléndido como Messi, pero tiene a Beñat, que se quedó sin la falta. Tome nota, caballero andante.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿sabe Esuperio si el consejo llegará con un fichaje bajo el brazo a la junta de accionistas de la semana que viene? Próxima parada, Capuchinos.

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