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Fondo Norte

Una derrota que anuncia el final del ciclo

Penoso partido de un Sporting que se ha instalado en la dejadez y la falta de compromiso; los dos últimos goles son claros ejemplos

El Sporting selló anoche ante el Eibar el final de un ciclo que incluye un ascenso a Primera División y una permanencia, logrados ambos en circunstancias llenas de dificultades. Cuando el club saca la cabeza, puede fichar y cierra trece incorporaciones, el equipo se desmorona y se puede decir que a mediados de enero ha certificado el descenso a Segunda. Hasta la afición ha perdido fuerza y ganas de animar o protestar. Unas pocas voces reclamaron al final del penoso partido, otro más, la dimisión de Abelardo. El Eibar ganó por segunda vez consecutiva en un Molinón empapado, en un ambiente norteño que invitaba a mejor espectáculo que el ofrecido por los rojiblancos, quienes añadieron a su falta de calidad unas inadmisibles muestras de dejadez y falta de compromiso. El ejemplo de los dos últimos goles vascos fue claro: el portero Cuéllar dejó muertos dos balones que llegaban desde fuera del área, los defensas no reaccionaron en el primero y en el segundo dejaron Lillo y Amorebieta que llegara un rival cuando el balón era de ellos. Dos regalos del portero (ni una más, Cuéllar) y de la defensa y un regalo del árbitro Fernández Borbalán, que se sacó del silbato un penalti inexistente de Lillo a Adrián González, el hijo de Míchel, que anunciaba la catástrofe.

El penalti llegó a los tres minutos de partido. Poco después Carmona aprovechaba un resbalón del portero eibarrés Riesgo para marcar el empate, pero el Eibar no flaqueó y le dio un repaso al Sporting en toda la primera parte sin que ni uno solo de los jugadores locales mostrara algún detalle esperanzador. Los regalos rojiblancos (ni una más, Cuéllar) fueron una losa que a los veinte minutos de partido dejaron al Sporting sin opción. El equipo demostró una falta de calidad tremenda, un desorden palpable y una incapacidad total para poner en aprietos al rival. Otro equipo hubiera llegado al área y provocado alguna jugada si no de penalti sí de dudas arbitrales, pero ni con esas. El segundo remate del Sporting, damas y caballeros, señoras y señores diputados, fue el segundo gol, obra de Nacho Cases, tras rebote en Lillo. Y sólo hubo un remate más, también de Nacho Cases, ya con el final del partido muy próximo.

El Eibar no marcó más goles porque se reservó en la segunda parte, aunque Fernández Borbalán perdonó un penalti, éste sí, de Cuéllar (ni una más, Cuéllar) a Pedro León. Fue una simple anécdota porque el Sporting ni se encorajinó con su segundo gol. El equipo siguió plano, sin vida, despeñándose hacia la Segunda División.

El equipo no es capaz de ganar a nadie y no tiene recursos para remontar la situación. Las soluciones no son Afif ni Rubén, dos chavales que se esfuerzan pero que no parecen dar el mínimo. Pero, como dice el tópico, esto es lo que hay. Todo indica que, por desgracia para el admirable mundo rojiblanco, el Sporting va a ir penando hasta final de temporada porque cada partido que juega lo hace peor que el anterior. El de ayer fue peor que el de Las Palmas de Gran Canaria y éste peor que el del Villarreal.

En épocas negras se mantienen las buenas costumbres; si pregunto, ¿molesto?: ¿Es cierto que Esuperio cree que es mejor no hacer fichajes y ahorrar algo cara al próximo año en Segunda? Próxima parada, Cruz Roja.

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