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Fondo Norte

Una despedida entre lágrimas sinceras

La obra de Abelardo no merecía este final, pero la crueldad de los resultados marca la historia

Abelardo Fernández Antuña, el gran timonel, no tendrá en Gijón ni estatua ni alameda. Y las merece porque es cierto lo que él mismo dijo no hace mucho: "Cuando cogí el equipo, el club era una ruina". Y lo deja a meses de que la deuda se limite a los dos millones de euros, cantidad bien asumible según relatan los responsables del antes club, ahora sociedad anónima deportiva.

Abelardo no tendrá ni alameda ni estatua y se ha ido de su Sporting entre lágrimas sinceras porque le duele la situación del equipo y la situación personal. Su obra, que ha sido ciclópea, no merecía un final como el que está viviendo en estas horas oscuras. Paga la crueldad del fútbol que convierte a protagonistas en héroes y los manda a los leones del fracaso en cuanto los resultados se tuercen. Es el caso rojiblanco. Abelardo deja tras de sí dos años que se han colado entre los mejores de la historia rojiblanca porque, en efecto, cogió una ruina y la ha mandado a Primera y a la estabilidad, estabilidad milagrosa a la vista de cómo era la situación en la primera temporada de los milagros. Porque hubo dos milagros: el ascenso y la permanencia.

Ahora el Sporting necesita otro milagro, la segunda permanencia consecutiva. Para ello ha llamado a filas a Rubi, entrenador joven, con experiencia limitada pero con ilusión grande. Rubi viene a enderezar una nave que se ha torcido desde la cuarta jornada de Liga. Para iniciar la travesía tiene tres entrenamientos, jueves, viernes y sábado, porque el domingo se enfrentan los rojiblancos al hermanado Betis, que nada querrá saber de pasadas amistades y que con Víctor al frente ha convertido su campo en inexpugnable.

El domingo la mano de Rubi seguro que se notará poco. Habrá que ver cuál es el talante de un equipo en caída libre. Habrá que ver si quienes aseguran que los jugadores estaban en contra del ya exentrenador tienen o no razón. Sería demasiada crueldad, damas y caballeros, señoras y señores diputados, que una plantilla, o gran parte de ella, haya podido hacerle la cama a un entrenador que ha posibilitado a muchos de sus componentes disfrutar de la Primera y de unos salarios envidiables. Tremendo sería.

El Sporting no pasa por sus mejores días porque tiene que ser muy duro para todos los estamentos ver cómo uno de los suyos se va regando la mesa de la sala de prensa de Mareo de unas lágrimas sinceras, las lágrimas de "uno de los nuestros", en denominación de origen del consejero Fernando Losada, que de casta le viene.

La realidad es cruda, damas y caballeros, señoras y señores diputados, pero las esperanzas que siempre aparecen cuando se produce un relevo en el banquillo se han reabierto cuando queda media Liga, que es mucha Liga, y cuando la ciudadanía rojiblanca espera el tercer milagro consecutivo, que en caso de llegar habrá que apuntar en la libreta del capellán Fernando Fueyo, que pasará a ser quien merezca la alameda y la estatua.

En estas estamos que si pregunto, ¿molesto?: ¿Es cierto, Esuperio, que el fichaje de Rubi es responsabilidad única de la dirección deportiva rojiblanca, según confesión presidencial? Próxima parada, Cruz Roja.

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