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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Que pite Gort

Nunca un gol fantasma fue menos fantasma que el gol del Barça en el Benito Villamarín que vio todo el mundo menos, precisamente, el señor árbitro y su señor asistente. ¿De qué ha servido el ya famoso no-gol del Barça? De momento, ha servido para que Víctor Sánchez, el entrenador del Betis, nos haya revelado que los árbitros son "humanos". Uau. Es un alivio saber que los señores de negro y fosforito que dirigen los partidos de fútbol no son androides como Roy, el "replicante" Nexus 6 de "Blade Runner". Es estupendo saber que los señores del silbato no son cíborgs como el Terminator que llega del futuro para cargarse a Sarah Connor en "Terminator". Es bueno saber que los que dirigen un partido no son robots como R2-D2 o como el entrañable Robby de la no menos entrañable película "Planeta prohibido". Los árbitros son humanos. Vale. Pero? ¿Eso es un alivio? ¿Es estupendo? ¿Es bueno?

Los árbitros son humanos y, por lo tanto, cometen errores, y los males (incluidos los males futboleros) están, como decía Platón, necesariamente ligados a la naturaleza mortal y a este mundo, no al mundo de los dioses. Seguro que en la Liga del Olimpo no hay goles fantasma, pero en nuestra Liga sí los hay porque los árbitros son "humanos". ¿Y si arreglamos el problema del "error humano" eliminando el factor humano en los hiperprofesionalizados partidos de fútbol de la Liga española? Un androide con la vista perfecta de Roy habría concedido gol en la jugada fantasma del Villamarín. Terminator no habría dudado. Ni el robot Robby. Si los árbitros-androides, los árbitros-cíborgs o los árbitros-robots sustituyen a los árbitros-humanos, se acabarían para siempre los errores arbitrales y los temas de conversación en "El chiringuito de jugones" o en los bares a la hora del vermú. ¿Qué tal Robocop? Seguro que con Robocop al mando del silbato no habría goles fantasma, fueras de juego inexistentes y escupitajos sin castigo. ¿Qué me dicen de HAL 9000, el ordenador que todo lo ve en "2001: una Odisea del espacio? ¿No sería una buena solución? ¿Por qué no ponemos a Ash, el oficial científico de la nave "Nostromo" en la película "Alien", a arbitrar partidos en vez de proteger bichos extratrerrestres? O mejor todavía. ¿Qué les parece si llamamos al implacable pistolero-robot de la película "Almas de metal", que se cansó de perder duelos con turistas pesados y decidió acabar con tanta tontería en el mundo del oeste del parque de atracciones "Delos"? Seguro que hasta el atlético Godín le tendría miedo. No, un momento. Ya lo tengo. Hay que llamar a Gort, el robot-policía de "Ultimátum a la Tierra".

Gort pertenece a una "raza de autómatas", según explica Klaatu, el elegante extratrerrestre que llega a la Tierra para darnos un último aviso. Gort es pacífico si no se hacen estupideces, pero si es necesario dispone de unos rayos capaces de destruir cualquier cosa, desde un fusil a un tanque y, si no hay más remedio, la Tierra. De hecho, cuando el buen Klaatu es asesinado, su amiga terrestre Helen repite ante Gort unas palabras que Klaatu le había obligado a memorizar y que son las únicas que pueden detener la furia mecánica de Gort: "Klaatu barada nikto". Esas palabras desactivan el programa de Gort que le llevaría a destruir inmediatamente a los energúmenos que previamente habían acabado con la vida de Klaatu. Pues bien, si damos a Gort un silbato y le decimos que arbitre un partido, y le concedemos poder para expulsar a todos los que hagan estupideces, no sólo acabaríamos con los goles fantasma, sino que pondríamos fin a las interminables tertulias entre futbolistas antes de un lanzamiento de falta, a las interminables pérdidas de tiempo y a las interminables protestas. ¿No queremos prescindir del factor humano? Pues entonces que un humano presencie el partido y diga las palabras "Klaatu barada nikto" cuando vea que Gort está a punto de expulsar a doce o trece jugadores. Pero yo sería partidario de un "Ultimátum al fútbol" y de que Gort actuara sin piedad ante las tertulias, las pérdidas de tiempo y las protestas que corroen un partido de fútbol como la sangre de Alien corroe todo lo que toca. Podemos vivir con goles fantasma, pero no con partidos con un tiempo efectivo de juego que, con suerte, es dos tercios de la duración total. Gort, ataca.

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