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Gradas deprimidas y excitadas

Sobre las situaciones similares que se viven en Mestalla y El Molinón

A la vista está que el Sporting fue un buen sparring para que el Alavés preparara su primer "partido del año y del siglo" ante el Celta. El premio de jugar la final de la Copa del Rey frente al Barça no es una pedrea: es el "gordo" del fútbol nacional. Es una hazaña para los equipos sin posibilidad de ganar La Liga. El logro de los vitorianos es un ejemplo de una tarea bien hecha por todos: consejo de administración, técnicos y jugadores. Con una de esas paradojas que deja el balón: Pellegrino no valía para el Valencia. ¿Qué dirán en la Curva Nord? Barómetro que utilizan unos cuantos, cansinos mediáticos, para zarandear desde sus tribunas a todo aquel entrenador que llega a Mestalla y que -casualmente- nunca está a la altura del equipo che. Ya vemos la realidad del equipo valenciano tan similar al equipo gijonés. Con sus diferencias y con sus coincidencias, por ejemplo: las gradas de ambos están a tratamiento por depresión. Ya ni siquiera finalizan en pie hasta el pitido final, se van antes, no quieren asistir al funeral de cada domingo. Mestalla y El Molinón tan lejos, tan cerca. Deprimente. Otra consecuencia, evidente, del mal paso por las sociedades anónimas deportivas.

Pero a todos no les va mal en ese proceso mercantil. El Eibar o el Leganés, ambos eran habituales de los campos asturianos de Segunda B, están viviendo los mejores momentos de su historia. Al frente de los dos equipos, en la actualidad, están dos mujeres -en el Sporting no hay ni una consejera- que saben administrar las haciendas familiares y profesionales sin agobios, con sentido común. Los pepineros -tan ricos para el gazpacho- están de moda como alimento, para una ciudad dormitorio bien despierta. El entrenador de Butarque pedía tres o cuatro jugadores para reforzar una plantilla que llegó a Primera con lo puesto para mantenerse en Segunda. Ya tiene esos refuerzos, entre ellos, el regreso desde Oporto de Alberto Bueno, un delantero que hizo muy buenas temporadas en Valladolid y Vallecas. No hay que olvidar que Guerrero, descarte del Sporting, es el titular en las últimas jornadas.

En la tarde del domingo al sur de Madrid, el Sporting no estará solo, aunque Gijón no sea Liverpool. Pero al menos los seguidores ingleses, en sus peores momentos en Anfield, siempre reciben desde el césped el trabajo extenuante para ganar, aunque empaten o pierdan. Nunca desfallecen, el esfuerzo siempre está garantizado. En El Molinón la fe, con permiso de los laicos, siempre está en la grada, en el terreno de juego no hay ni lo uno, ni lo otro: ni esfuerzo pleno, ni esperanza en la victoria. Con ese panorama viajar hasta la capital del reino, en su tramo sureño, es solo para creyentes, aunque Rubi no lo crea. "La Mareona" nunca te deja solo, siempre habrá alguna ola, pequeñina, con la fuerza justa para llegar a la orilla. Los jugadores solo tienen que mojarse en ella.

Volviendo a las gradas, tan excitadas ellas por todo lo que se menea: un mucho de bronca por aquí, otro poco de demagogia por allá. En esta España nuestra, si no tenemos problemas los agitamos con una bufanda, y a vivir que son dos días. Los ingleses creadores del fútbol del patadón a seguir, con algunas dosis de Bobby Charlton, también dieron con la clave para animar: un orfeón bien afinado. Como si el Orfeón Donostiarra cantara desde la grada. En Sevilla lo hicieron aún mejor hace pocos años con ese himno, no oficial, de El Arrebato. Así que da pena ver cómo desafinan los Biris por allí, los bukaneros por allá. Animar como Dios manda y a disfrutar. Para enfrentamientos ya tenemos bastantes por todos los córneres patrios.

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