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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Insumisión TV

Si ya hay insumisos del teléfono inteligente, no veo por qué no puede haber insumisos de las retransmisiones futbolísticas inteligentes. Hay ciudadanos de este planeta, organismos basados en la química de carbono, que eligen comprar un móvil sin internet, sin WatshApp, sin posibilidad de conectarse a las redes sociales, sin Instagram y sin cámara con la que hacerse autofotos poniendo caras raras. Supongo que habrá futboleros en el planeta fútbol que elegirían una retransmisión de un partido sin constantes repeticiones de jugadas, sin primeros planos del entrenador removiéndose en la jaula invisible del área técnica, sin inmersiones en el público que sonríe a la cámara o come un bocadillo como si no hubiera un mañana, sin planos detalle de detalles tan futbolísticamente planos que sólo merecerían la atención de un joven director de cine francés con ganas de labrarse un futuro como cineasta profundo. Hay gente que, cielos, sólo quiere un teléfono para llamar o ser llamado, para mirar la hora o, como mucho, para iluminar un rincón oscuro. Hay futboleros que, caramba, sólo quieren ver un partido de fútbol en la tele y ver las jugadas en el momento en que suceden. Hay aficionados que prefieren seguir en directo una jugada "intrascendente" en el centro del campo que soportar la cuarta repetición de una posible mano en el área. Hay amigos del fútbol que son enemigos de la cámara superlenta, de los planos extravagantes y de la presencia de la cámara en el, hasta ahora, sagrado túnel de vestuarios. Hay tipos a los que les gusta tanto el fútbol que no les interesa nada lo que ocurre en los banquillos y que abominan de esa nueva especie de comentaristas deportivos que analiza los gestos de los futbolistas como en la guerra fría se analizaban los comunicados oficiales del Kremlim. El teléfono sirve para hacer llamadas y un partido de fútbol televisado sirve para ver un partido de fútbol.

Puede que sea una batalla perdida, pero me gustaría saber en qué momento se jodió el Perú. En qué momento el fútbol televisado dejó de ser un espectáculo futbolístico para convertirse en un abrumador catálogo de accidentes del fútbol. El gran Pericles dijo, en su inmortal discurso fúnebre, que los atenienses no necesitaban al poeta Homero para encarecer sus hechos con elogios poéticos, pues la verdad de las cosas disipaba la duda y las falsas opiniones. El fútbol no necesita a los poetas de la cámara, no necesita las repeticiones rimadas de la misma jugada desde tres ángulos diferentes; el fútbol ni siquiera necesita del espectador, sino del público. Un estadio sin aficionados es un estadio triste, es cierto, pero los aficionados somos una masa que anima, no un particular con bufanda. ¿Qué nos importa el plano de un tipo animando, llorando de felicidad o aplaudiendo? Es la gente, no el individuo. Acercar la cámara a la grada destruye la grada. ¿De verdad es necesario que un móvil sirva para todo excepto para llamar a mamá? ¿De verdad el fútbol necesita tanta cámara, tanta repetición, tanta realización sobrecargada que se carga el partido? El fútbol es más sencillo. Pericles, en su discurso, afirmaba que el esfuerzo y osadía de los atenienses había conseguido que todos los mares se pudieran navegar y que se pudiera recorrer toda la tierra. Pericles exageraba un poco. Pero no es exagerado decir que el fútbol ha conquistado todos los mares y tierras, y lo ha hecho sin necesidad de hiperconexión ni de convertir a los teléfonos inteligentes en la medida de todas las cosas.

Insumisión televisivo-futbolística. Fútbol es fútbol.

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