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Fondo Norte

Siete minutos de vendaval para alimentar la fe

Otra vez fue Burgui lo más destacado de un partido que comenzó sus dos partes con sustos en contra del Sporting

A poco del comienzo de la segunda parte el Sporting parecía condenado a Segunda División. Un remate cercano de Ingason, tras saque de esquina y vuelta del balón al área, ponía en ventaja a un Granada que en otro saque de esquina al principio había marcado, pero el árbitro, el que dice ser y llamarse Estrada Fernández, lo anuló porque el rematador se apoyó en un defensa local. Con el Anfield del Piles enmudecido por el gol del Granada, aquello sonaba a final de ciclo.

Entonces surgió ese Sporting desbocado, capaz de dominar con mano maestra la ley del contragolpe, al que se apuntó porque el Granada sufrió un rato de enajenación mental y creyó que después de su gol iban a llegar muchos más y se adelantó para dejar huecos maravillosos que los rojiblancos aprovecharon como nunca. El empate lo marcó Traoré, por fin en el campo, pero lo fabricaron Vesga con un pase precioso por encima de la defensa que Burgui convirtió en medio gol con la entrega para que el africano marcara a placer el empate. El segundo fue cosa de Babin en el centro de Sergio Álvarez siguiente a un saque de esquina, y el tercero, obra de Carmona, tras preciso pase de Carlos Castro en otro contragolpe de libro.

Aquello se convirtió en una fiesta porque el Sporting y sus gentes necesitaban la victoria para seguir alimentando la fe en la permanencia, que se ha puesto a cinco puntos, los que saca el Leganés a los rojiblancos. El Sporting, que había estrellado un balón en el poste en el primer tiempo y que había sido frenado por tres paradas espléndidas del portero granadino Ochoa, ha encontrado, damas y caballeros, señoras y señores diputados, al natural de Burguillos del Cerro, provincia de Badajoz, Burgui, naturalmente, en el verdadero líder de la ofensiva hacia la permanencia. Burgui es el nuevo jugador cisne de El Molinón, en feliz autodefinición de Manolo Ruiz-Sosa, ilustre centrocampista primero del Sevilla y luego del Atlético de Madrid. Un jugador cisne es aquel que provoca que los espectadores estiren sus cuellos para ver lo que va a pasar cuando recibe el balón. Burgui se ha metido, con razón, a los aficionados en el bolsillo y estará provocando ratos de felicidad eterna a su abuelo, quien le enseñó a jugar al fútbol, fallecido hace algún tiempo.

Por lo demás, la formación rojiblanca enseñó que Moi Gómez no se recupera de su lesión, que Traoré, goleador ayer y errático en el penalti, anda muy justo físicamente, y que Mariño es una garantía bajo palos y un ejemplo de cómo debe un portero jugar el balón con los pies. Por fin, enseñó que en el partido clave dos de los refuerzos invernales estaban en el banquillo. Por cierto, es la primera vez en la historia que tres jugadores de color calientan en la banda del Sporting. Siempre hay una primera vez.

Siempre las buenas costumbres; por eso si pregunto, ¿molesto?: ¿está Esuperio, se le espera, preparado para afrontar con esperanzas de éxito este apasionante tramo final de Liga al que se llega con cinco puntos de desventaja con el Leganés? Próxima parada, Capuchinos.

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