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Fondo Norte

De La Martona a La Llorea, una historia

Desde casi siempre se sabe que los jugadores mandan en las selecciones, de ahí el rápido regreso a casa

En el fútbol casi siempre viene a pasar lo mismo: comienza el balón a rodar y todo lo anterior se queda en casi nada. Es lo que está pasando con todos los asuntos extrafutbolísticos que han rodeado el partido entre España e Israel de la fase de clasificación para el Mundial de Rusia, Mundial que se las traerá en su día. Los aspectos políticos del partido, tratados en profundidad en la sección correspondiente del periódico, con el cénit de la colosal entrevista que Pablo Tuñón realizó al embajador de Israel en España, que no se mordió precisamente la lengua. Y los aspectos semifutbolísticos como la tocata y fuga de los seleccionados que han preferido regresar tras el partido que esperar en Gijón la salida hacia París, donde el equipo nacional juega el martes que viene. El que mejor dio la voz de alarma sobre el asunto, una marejadilla en todo lo que ha significado la presencia de España en Asturias, ha sido el presidente de la Federación Asturiana, Maximino Martínez, hombre de confianza de Ángel María Villar, que tampoco se mordió la lengua en su queja a la ruptura del programa por deseo de los internacionales. A fin de cuentas, iban a pasar dos días encerrados en La Llorea, con Mareo blindado hasta el punto de que ayer por el entrenamiento a celebrar por la selección los trabajadores de Mareo tuvieron vacación, tal es el empeño de que nadie se acercara al trabajo estratégico del equipo.

El cambio de planes del equipo nacional no es más que una continuación de la historia que dice que son los futbolistas quienes mandan en las selecciones. Pongamos que la historia reciente nació, damas y caballeros, señoras y señores diputados, con la agenda de Pirri en La Martona, un campo hípico en el que se concentró la selección para el Mundial de Argentina en 1978. Las instalaciones no eran las adecuadas y el capitán madridista escribió un diario de todos los inconvenientes que fueron apareciendo en los días de concentración, tampoco tantos por la temprana eliminación. Se espera la publicación de la agenda/diario de Pirri, pero Raimundo Saporta, mandamás madridista, acudió al aeropuerto de Barajas cuando regresaban los seleccionados y requisó a Pirri la ya famosa agenda, que nunca vería la luz. En el Mundial de México fue Butragueño quien puso las condiciones de funcionamiento de la selección con los medios informativos, con frase displicente que entró en la historia. Después, otro madridista, Raúl, hartó a Luis Aragonés cuando vetaba actividades programadas por los responsables federativos y cambiaba la programación diaria a su capricho. Fue el final de la estancia internacional de Raúl, cuyo amplio equipo de marketing persiguió hasta la extenuación al entonces seleccionador.

La decisión de Sergio Ramos y de Gerard Piqué de dejar Gijón nada más jugar el partido de anoche no es, por tanto, nada nuevo bajo el gol o bajo la luna. Es la misma historia desde La Martona hasta La Llorea, y seguirá por los siglos de los siglos.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿sabe Esuperio cuántos aficionados acudieron el jueves al entrenamiento de la selección en un Molinón troceado? Próxima parada, Capuchinos.

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