Está claro que a este Oviedo le van los grandes. No es que haga excelentes partidos contra los equipos de arriba, pero sí que los hace prácticos, lo que, al menos hasta el momento, le es suficiente. Contra el Girona, segundo en la clasificación, lo volvió a demostrar. Se aferró de nuevo al Tartiere y, más con empeño que con buen fútbol, se hizo con los tres puntos, que es de lo que se trata.

Pero nada agradable hubiera ocurrido en el día de la celebración del 91.º aniversario del club si el portero azul, Juan Carlos, no hubiera tenido la extraordinaria actuación que tuvo. El guardameta oviedista salvó varias ocasiones clarísimas de gol de los catalanes. Eso por la parte de atrás del equipo porque por delante Toché volvió a demostrar lo valioso que es tener un delantero centro que sabe aprovechar las oportunidades que se le presentan. Ahí estuvo la diferencia entre el Oviedo y el Girona. En los 1 y en los 9.

En esos dos pilares, en los dorsales 1 y 9, fue en los que basó su triunfo el Oviedo. En eso y también, y es de justicia reconocerlo, en el esfuerzo generoso de todos los integrantes de la plantilla que saltaron ayer al pesado terreno de juego ovetense. En este punto no estaría de más que Fernando Hierro analizase y explicase a la afición cómo es posible que un equipo pueda cambiar tanto de una semana, la de Vallecas, ante un Rayo desfondado, a otra, la del Tartiere, ante un Girona con aspiraciones.