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Fútbol Primera División

Isco, la solución blanca

El Madrid desplaza pocos seguidores en sus partidos fuera de casa. Los hinchas madrileños son una afición oportunista, de andar por casa, que, en todo caso, confían el respaldo a su equipo a los madridistas de fuera de la capital, que son legión, pero que en los diferentes campos se ven menos, porque, al ir por libre en esos partidos, no se agrupan en el graderío. Por esas razones ayer el córner nordeste de El Molinón, que se reserva a la afición visitante, estaba poco poblado, por no decir semivacío. Pero no por ello dejó esa afición de ser ejerciente. Se hizo notar, sobre todo al final del partido, cuando, frente a la desolación del público local, que hasta poco antes había impuesto abrumadoramente su voz, dejó oír su moderado clamor con un grito: "¡Isco, Isco, Isco!". Fue una forma certera de hacer un diagnóstico del partido. Porque si el Sporting-Madrid tuvo un protagonista, y no sólo desde el lado blanco, fue este malagueño que no termina de conseguir un puesto fijo en la alineación madridista hasta el punto de que proliferan los rumores de que pudiera cambiar de equipo e incluso fichar por el Barcelona. Ayer Isco no pudo ser más determinante. Él empató el partido tres minutos después del primer gol gijonés con una espléndida jugada en el área gijonesa, en la que, tras librarse de Vesga y sortear a Amorebieta, colocó con la zurda un cañonazo inapelable. Y él dio la victoria a su equipo, justo en el minuto 90, con un espléndido tiro raso desde el borde del área, ahora con la pierna derecha. Entre un golazo y otro, estuvo a punto de lograr el gol del año, o poco menos, en el minuto 71, cuando robó un balón en la mitad del campo gijonés y se plantó en el área tras abrirse camino por el sitio más difícil, que, por acumulación de rivales, es el centro. Lo hizo driblando a todos los que le salieron a su paso en una exhibición de poderío y habilidad y también de fantasía porque cada regate era diferente al anterior. Sólo Meré, la joya rojiblanca, que una vez más hizo honor ayer a su creciente prestigio, se le resistió in extremis, cuando iba a culminar aquel slalom triunfal plantándose solo ante Cuéllar. Fuerte y hábil en grado superlativo, decidido también cuando lo necesitó su equipo, Isco fue ayer el indiscutible líder del Madrid. Y, desde luego, su solución para conseguir la victoria.

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