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Pablo González

Rosell y el truco en el que no picó Florentino

El expresidente del Barça espera en la cárcel el juicio por el traspaso de Neymar

La carrera de los malos magos dura hasta que algún avispado les descubre el truco en plena actuación y esa aura cuasi mística de la que se rodean se desvanece de un soplido para la desilusión generalizada del resto del patio de butacas. Pasan entonces de ser tramposos honestos a simples trileros de paseo marítimo que se dedican a sacar, con los cubiletes y la bolita, los cuartos a guiris en pantalón corto y sandalias con calcetines que van cargados de zumo rancio de cebada.

Algo así le ha ocurrido a Sandro Rosell. El expresidente del Barcelona aterrizó en la planta noble del Camp Nou a base de grandes juegos de manos, sobre todo por haber sido el hacedor del fichaje del Ronaldinho, al que no hace mucho un exdirectivo culé acusó de ser el líder del "clan de la caipirinha", que completaban Deco, Motta y Maxi López, y que además de tocar los bongos hasta esas horas en las que todavía están poniendo las calles, hacían bullying a Bojan. También por haber logrado el millonario contrato con Nike. Vamos, grandes relaciones que pasaban por el emergente Brasil, el país de la bandera del orden y el progreso.

Pero a Rosell alguien en los convulsos Estados Unidos le ha descubierto el truco. El FBI, una de las agencias gubernamentales norteamericanas que no se casan ni con el presidente, aunque éste sea Trump, lo ha señalado como uno de los beneficiados del FIFA gate. Al parecer, y según sospecha la Audiencia Nacional puesta en la pista por el amigo americano, el expresidente barcelonista habría blanqueado 6,5 millones de unas comisiones que surgieron de vender, a través de una mercantil árabe con sede en las islas Caimán, derechos de 24 partidos de la selección brasileña. Acusado de blanquear capitales y de pertenecer a una organización criminal de ámbito internacional, al mago Rosell le pueden caer hasta nueve años de prisión. De momento, y se supone que para no alimentar la trituradora de papel, la jueza del caso le ha recetado unas vacaciones en la prisión de Soto del Real. Allí está compartiendo paseos por el patio del penal con otros magos poco honrados a los que les falló el truco: Ignacio González (expresidente de la comunidad de Madrid) y Jordi Puyol Ferrusola. Pero a "magic" Rosell aún le puede caer algún marroncillo más. Tiene pendiente la investigación del fisco y la Fiscalía por el fichaje -otra vez Brasil- de Neymar. Para conocer la cantidad que el Barcelona realmente pagó por el astro carioca hay que tener un máster en finanzas. En 2013 el club aseguraba que se desembolsaron 57,1 millones. Luego que si 70 millones, más tarde que 86,2 millones, más allá 96,37 millones hasta bajar a 19,3 millones (que el resto es ficha). Y toda esta ingeniería financiera, cuentan, para evitar que Florentino Pérez pudiera fichar a Neymar, que llegó a pasar el reconocimiento médico para firmar por los del Bernabeu. El propio Pérez llegó a explicar públicamente que renunció a que Neymar se vistiera de blanco por qué le pedían 150 millones de euros. Pérez rechazó la operación, dice, para no dañar el ecosistema financiero merengue. El padre del jugador aseguró ante el juez que fue el Madrid el que ofreció los 150 millones.

Fuera lo que fuera, las cifras empiezan a encajar. Es más, entre lo que se supone que costó el fichaje y las multas que plantea la Fiscalía, la cantidad llega a los 158,3 millones y subiendo.

Aunque para Rosell el mayor problema es que le piden cinco años de cárcel por corrupción y estafa. Y todo por marcarse un truco en el que no picó Florentino.

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