En los tiempos en los que la apuesta más moderna es la de la juventud, el Sporting ha iniciado el camino contrario y ha puesto en su banquillo con Paco Herrera toneladas de experiencia. Hacía años que el banquillo rojiblanco no acumulaba tantas temporadas de actividad previa y, por qué no decirlo, tantos años. Años de pescante, distinguido público, tan necesarios en cualquier profesión, incluida la de entrenador de fútbol, un mundo donde los protagonistas suelen tener poco recorrido y suelen estar a merced de las modas que se imponen en cada verano.

La experiencia es un grado, y Herrera va sobrado de ella. Como va sobrado de relación con el director deportivo, que no general, el castellano leal que ha ocupado el despacho de Mareo reservado al ideólogo de la cuestión deportiva rojiblanca. Por lo que se va viendo en las incorporaciones que va realizando el Sporting en estos días previos al 30 de junio, la fecha emblema del comienzo de cualquier gestión futbolística, el club se dispone a vivir tiempos apasionantes. Porque no hay nada más apasionante que devolver al equipo a su lugar en Primera. Como bien dice don Miguel Fanjul, el descenso no es ningún drama porque el Sporting es un equipo ascensor. El señor Fanjul vivió desde dentro otra época apasionante, la de la salida de la grave crisis de la perrona de Ortiz y la recuperación que lideró el inolvidable presidente Víctor Manuel Felgueroso, que puso las bases de los buenos años siguientes liderados por don Carlos Méndez-Cuervo y don Ángel Viejo Feliú. Los que vinieron después se puede decir que vivieron de rentas.

Torrecilla y Herrera van a ser los dos rostros de la nueva etapa rojiblanca que a lo mejor comienza mañana en el partido del filial en el País Vasco. El filial se juega la eliminatoria decisiva para un ascenso necesario. Los más finos analistas del lugar apuestan por inyectar jugadores del filial en la primera plantilla. Si el filial juega en Segunda B, el salto será más pequeño y llevadero.

Y a todo esto el día amaneció con una supuesta amenaza de marcha de un Cristiano Ronaldo dolido por la denuncia de la Fiscalía por presunto fraude fiscal. Cristiano, que no es tonto, sabe que dejar el Real Madrid es irse al Fuenlabrada, vaya donde vaya, pero los dolores fiscales son menos si el club de procedencia, el Real Madrid, echa una mano. Es de lo que se trata, tutti contenti, Rerum Novarum.

En tiempos como los actuales, las buenas costumbres en primer plano: si pregunto, ¿molesto?: ¿ha explicado Esuperio a Exuperencio los secretos para que la próxima temporada sea tranquila en el mundo rojiblanco? Próxima parada, Capuchinos.