Cuando personas interesadas en el mercantilizado mundo del fútbol son capaces de cualquier cosa con el único objetivo de lograr sus intereses partidistas, nos podemos encontrar con todo tipo de declaraciones, opiniones y pareceres que conllevan a sospechar evidentes particularidades interesadas en los portadores de esos episodios. Ciertos componentes de los que se mueven en este amplio espectro, por una u otra causa, parecen tener patente para herir a los destinatarios de sus dictámenes, sin pararse a pensar que toda opinión debe de tener un contraste lógico en un periodo de tiempo prudencial, que a toda persona se le debe de conceder. Los famosos cien días de confianza, que se suelen otorgar a los llegados a nuevas responsabilidades. Como se suele hacer en la política.

Viene esto en alusión a lo sucedido con el entrenador del Real Madrid, Zinedine Zidane, al poco tiempo de sustituir en el cargo a Rafa Benítez, y que al primer traspié sufrido por el equipo, se le echaron encima los voceros de distintos estamentos, dejando constancia, según ellos, de todas las carencias de que adolecía el francés para dirigir al Madrid. El pasado 03.03.2016 escribí en estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA un artículo titulado "Nombres propios", donde, entre otros aspectos, hacía referencia a esta situación que se imputaba a Zidane. No se tenía en cuenta que cogió un equipo que él no había confeccionado, sino el entrenador cesado. Pero se aprovechó la ocasión para dispararle dardos envenenados desde todos los sectores según el interés de cada uno: que si le faltaba experiencia, que si no tenía carácter y la más absurda que se le podía achacar, que si había obtenido el título en la escuela francesa, que era considerada de menor capacidad que los titulados en la española. Esto ya era colmar el vaso de los desaguisados, de los infaustos declarantes, que seguro que no se molestaron en comprobar cómo han obtenido, y obtienen, sus títulos la inmensa mayoría de exjugadores internacionales, en la escuela nacional patria, y el tiempo que han dedicado en tal menester. Pregunten y se asombraran de ello. Por no decir las prácticas que la mayoría ha realizado hasta llegar a los clubes de élite, en contraste con otros aspirantes a dicha titulación, sin tantos privilegios como los citados. Sería interesante que se lograra el programa de la asignatura de dirección de equipo y psicopedagogía de la escuela gala para poder aplicarla en nuestro país, a la vista de la manera de llevar a los 25 integrantes de la plantilla madridista, por el entrenador francés. ¡Como para dudar de la escuela francesa estamos por estos lares!

Quizás ahora más de uno estará escondido entre la masa de la que procede, a la vista de los resultados obtenidos por el entrenador madridista en esta temporada. No estaría de más que tuvieran la suficiente honradez para reconocer su error y saber rectificar, pero este modo de operar no figura en el catálogo de virtudes de los avispados generadores de opiniones interesadas. En el fútbol, un resultado puede disfrazar el juego de un partido, pero en una competición eso ya es más difícil. Menos mal que el tiempo es un juez tan sabio que no sentencia de inmediato, pero al final da la razón a quien la tiene y se la merece.

PD: Otro equipo modesto que desaparece. El Portuarios sigue la estela de otros muchos equipos gijoneses que han tenido que abandonar por distintos motivos, dejando de ser abastecedor de materia prima para esos que siguen disfrutando de las prebendas que su posición les concede. Pero pronto los echaran de menos. Al tiempo.