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De cabeza

La primera cita

Razones para alejar el pesimismo tras empezar cayendo en casa ante el Rayo Vallecano

Nadie piensa que le va a ir mal en su primera cita o en su primera entrevista de trabajo. Aunque sepamos que las cosas pueden no funcionar. No se da el primer paso para caerse de bruces. Dice mi señora madre que tan de tontos es creer que todo va ir bien como lo contrario. Algo de ese relativismo vital le vendría de perlas al aficionado oviedista, pues el domingo pasado, volver para casa en el autobús urbano después del partido contra el Rayo era lo más parecido a ser un profeta que quiere ser escuchado en la Torre de Babel. Un caos perfectamente organizado hacia el pesimismo. Ya se ha dicho mil veces que el fútbol no entiende de términos medios, pero no hay relación que dure sin ser paciente con los errores ajenos. Puedo entender el berrinche, durante julio y parte de agosto, y más desde que supimos la elección de Anquela como entrenador, se instaló en la hinchada un ánimo exaltado, como de ganas de bodorrio. No me gusta ser aguafiestas, así que a cada expresión festiva que me encontraba, yo asentía dispuesto a participar de la juerga preventiva. ¿Qué afición no piensa en verano que sí, que esta temporada será la definitiva, la del éxito? Pero el fútbol, con su suelo inestable y su atmósfera cambiante, da tantas garantías de realidad como los perfiles idealizados de una página de contactos.

Si llevásemos diez jornadas de liga con una trayectoria del Oviedo, vamos a decir que aceptable, nos visitase el Rayo y nos ganase 2-3 con las circunstancias exactas al primer partido, nuestro umbral de comprensión sería mayor. Achacaríamos el tropiezo a fallos puntuales y a lances del juego. La diferencia estriba en el calendario: agosto no es octubre. Nos pusimos de bonitos y no nos dejaron probar la tarta nupcial.

Que la defensa flojeó: es evidente. Para qué solemnizar lo obvio. Que se precisa un delantero: de acuerdo, el campeonato es largo, a Toché y a Linares pueden pesarle las horas de vuelo.

No estoy dispuesto a obsesionarme con el último párrafo de una historia si apenas he leído la primera página. Tampoco voy a arrancarla porque no esté del todo bien escrita. Aún es verano y siempre he visto dicha estación, más como un borrador de lo venidero que como el final de lo pasado. Yo salí contento del Tartiere a pesar de perder. Así de iluso soy. Que si estoy disculpando los fallos... Por favor, si es una primera cita.

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