Ha sido tal la cantidad de acontecimientos deportivos habidos en el fin de semana pasado que no ha habido ni tiempo ni espacio para analizar todos y cada uno. Algunos de indudable relieve se han quedado atrás, pero aún es tiempo de recuperarlos a la espera de ese partido tan interesante e importante que el Sporting va a jugar en la anochecida del sábado en Los Pajaritos de Soria.

No es menor el asunto de los entrenadores gijoneses de los equipos valencianos, Marcelino y Muñiz, que han incendiado las calderas madridistas con sendos empates en el Bernabéu. Los méritos de los dos técnicos son incuestionables, al margen de bajas, lesiones y errores arbitrales, que haberlos hubo. Los planteamientos de los dos equipos que han dado ventaja de cuatro puntos al Barcelona sobre el Real Madrid merecen pasar a los libros de cómo se puede frenar a un Real Madrid en fase de adaptación y sin su gran valor, Cristiano Ronaldo. Los dos técnicos gijoneses, aunque Marcelino no sea gijonés, que es de Careñes, esa maravilla que según Juanma Castaño ni es Gijón ni es Villaviciosa, han dado estirones en el aprecio de la crítica por sus labores. Marcelino ha puesto orden en un caótico Valencia que ya se parece a un equipo de verdad, capaz de plantar cara a cualquier rival. Muñiz ha ascendido al Levante por una autopista sin peaje y va camino de consolidarlo en Primera sin dar una voz más alta que otra, demostrando su categoría de entrenador. Los éxitos de ambos ponen los banquillos gijoneses en lo más alto y dejan al Real Madrid sometido a más dudas de las que cabía esperar.

El otro banquillo gijonés, el de Paco Herrera, está firme en la convicción de que ha elegido el buen camino. El empate ante el rival directo no ha provocado daños irreversibles. El Sporting sigue segundo, sólo superado por el Cádiz de David Barral, el incombustible. Las cuentas clasificatorias, distinguido público, han de hacerse siempre al final de la jornada, en la noche del lunes en el caso de la Segunda División. Las cuentas de los sábados, tal equipo duerme líder o tal otro sale de descenso y cosas así, no valen de nada. En la noche del lunes se consumó la derrota del Numancia en Reus, un Numancia que espera al Sporting el sábado, fecha que encierra más significado del que pueda parecer. El significado no es otro que el Sporting ha de puntuar y a ser posible ganar, para confirmar las esperanzas que ha ido levantando el equipo rojiblanco. Soria es plaza futbolística complicada en la que Herrera y los suyos han de mostrar sus poderes, que tienen que ser muchos.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿qué opina Esuperio del ábaco que le han regalado al tontín de la barba? Próxima parada, Capuchinos.