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José Luis Salinas

Lo de casi siempre

Sobre los peligros de enfrentarse a un equipo con problemas

Cambian las caras. Pasan entrenadores. Los jugadores van y vienen. Pero temporada tras temporada el Oviedo es el "levanta - muertos" de siempre. Especialistas en resucitar el ánimo de equipos que están con el agua al cuello y desahuciados. La historia volvió a repetirse al dedillo en Albacete, un equipo que estaba sin alma al borde del abismo y de la desesperación futbolística. Por lo visto es una cruz con la que tenemos que cargar pasen las temporadas que pasen.

El Zaragoza no está tan desahuciado como el Albacete pero, como el Oviedo, está rindiendo por debajo de lo que se le esperaba. Incluso saldrán de los vestuarios del Tartiere estando en puestos de descenso. Será un nuevo desafío. Un nuevo zombi que puede revivir. Así que cuidado. Ojo que no vuelva el Oviedo levanta muertos.

El problema precisamente de este Oviedo y el de los años precedentes es la falta de regularidad. Es capaz de hacer partidos impecables contra grandes equipos (especialmente en casa, muchos menos más allá de Pajares) y liarla cuando más se espera de él. Eso nos ha costado ya un par de "play-offs".

Cabría pensar que las cosas pudieran cambiar esta temporada. Cabría esperar que la personalidad de Anquela se contagiara al resto del equipo durante todos los partidos. Pero no. El Oviedo es diferente.

En Albacete, que ya es agua pasada pero conviene echar un vistazo a lo que pasó en el Belmonte, hubo varios fallos que propiciaron los goles de los castellano manchegos. Algunos de ellos en cadena. Primero, por la debilidad de un medio campo muy mermado por las lesiones y que necesita urgentemente recuperar efectivos, tener más músculo y más alternativas en el juego.

No todo el peso del equipo y la responsabilidad debe de caer sobre las espaladas de Ramón Folch. Aunque en lo poco que lleva en Oviedo ha demostrado estar sobradamente preparado para tener las riendas de medio prao carbayón no se le puede pedir que juegue por dos. También habría que hacer algo para evitar que muchos de los tiros a puerta de los rivales acaben en gol. Pero eso es harina de otro costal.

Anquela lleva ya demasiadas jornadas con lo justito. Aún así, parece que el equipo tiene más fondo de armario que otras temporadas, al menos más capacitado para marcar las diferencias cuando salen desde el banquillo.

Para añadir un ingrediente más a un partido, que estará deslucido por la locura de los horarios que se imponen desde Madrid, en Zaragoza se lo toman como una final. Como una prueba de madurez para su equipo y para demostrar que pueden aspirar a cotas mayores que las de pelear por la mera supervivencia en el fútbol profesional.

Ahora solo queda por comprobar qué Real Oviedo se verá en el partido de hoy. ¿Será el equipo aguerrido que maniata a su rival y que no le deja ni siquiera acercarse a la portería como hizo contra el Cádiz? ¿O el que baja los brazos y queda a merced de su rival como pasó en Albacete?

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