Metidos en harina, el Sporting resulta que vuelve a jugar mañana partido de Liga, el tercero en seis días que pueden dar paso a nueve puntos, el máximo posible. Porque mañana es viernes y la Liga ha dictado que sea el día elegido para que los de Paco Herrera reciban a los de Rubi, frenado en El Alcoraz por el Reus de López Garai, aquel centrocampista que salió mal del vestuario de El Molinón por razones que, como siempre, quedaron enterradas en el panteón de los misterios rojiblancos. El partido, distinguido público, es mañana por la noche, sin que coincida, que se sepa, con ningún otro acontecimiento más o menos histórico. La duda se plantea sobre las posibles rotaciones que pueda decidir el entrenador rojiblanco, al que las dos victorias consecutivas, los seis puntos, los cinco goles a favor y el cero en contra le han reafirmado al frente de la plantilla, por si no lo estaba.

Los dos partidos seguidos que ha liquidado con indudable éxito el Sporting son una muestra de la dificultad que entraña la categoría en la que ha caído el equipo tras la penosa temporada pasada. Poco antes del gol de Sergio Álvarez en León la Mareona reclamaba entrega al equipo con ese cántico que tantas veces se ha escuchado en El Molinón y fuera de él. Aquello significaba que el aficionado no estaba conforme con lo que estaba viendo, como no lo estuvo en un buen trozo del partido contra el Sevilla Atlético. Pero los goles calman las protestas y alegran la pestaña al espectador que está en el campo y al que está frente al televisor.

El Sporting logró una sustanciosa victoria el mismo día en el que Cristiano Ronaldo y Messi aseguraron sus presencias en el próximo Mundial, al que acuden los dos mejores jugadores del mundo y los admirables aficionados de Islandia porque una cita mundialista ha de abrir hueco para todos. Treinta y dos plazas para otras tantas selecciones permiten albergar a casi todo el mundo, aunque queden fuera gentes como Bale, castigado por las lesiones, y Holanda, lejos de contar con aquellos equipos que llegaban a las finales. Sin ir más lejos, ante España en la edición del título.

Cristiano no necesitó de una actuación estelar para que Portugal doblegara a Suiza y se hiciera con el billete directo a Rusia. Messi precisó de una actuación memorable, con tres goles incluidos, para que Argentina haya dado, por fin, una alegría a la torcida, confiante, que diría Cristiano Ronaldo, siempre en la capacidad de la albiceleste que siempre ha albergado a los mejores jugadores posibles. Rusia no ofrece sorpresas, algo que agradecerán el espectáculo y la taquilla.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿qué planes tiene Esuperio si el equipo sigue arriba? Próxima parada, Capuchinos.