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José Luis Salinas

Menos piedras en la mochila

El Oviedo llevaba mucha presión sobre sus hombros. Quizás excesiva. Y no solo porque por parte de la afición y de los jugadores hubiera ansias de conseguir una victoria. También desde el propio club se había inflado ese globo. Unas horas antes del partido frente al Córdoba, el Real Oviedo divulgaba un mensaje en sus redes sociales en el que aseguraba que solo valía ganar. Así que lo del matinal en el Tartiere era una final. O al menos así se vistió a la mona. Lo que nunca sabremos es que hubiera ocurrido si el Oviedo la hubiera perdido. ¿Había en juego algo más que tres puntos en el Tartiere?

El caso es que el Oviedo ganó. Aún entre dudas, con un juego muy ramplón y con un Mariga dejando muy buenas sensaciones. Fue lo más reseñable del encuentro. El resto tuvo poca historia.

Ese exceso de presión llevó al equipo a un estado de ansiedad que atenazaba las piernas y que hacía que por momentos el equipo fuera incapaz de llegar con peligro al área cordobesa. Y eso que el Córdoba parecía un conjunto inoperante, muy inocentón y que tiene la pólvora muy mojada. Afortunadamente. En caso contrario, los dos errores del portero del Oviedo y la defensa, los dos que tenemos en cada partido, hubieran podido cambiar la historia y desvelar si nos jugábamos algo más que tres puntos. Quién sabe.

Así que con esas tuvo que ser el Córdoba el que metiera el gol del Oviedo, porque los carbayones parecían incapaces. Mucho dominio. Mucho juego en el centro de campo. Pero sin ninguna claridad. Había demasiadas piedras en la mochila. El peso era excesivo.

Y, al final, como si fuera una alegoría de lo que ha ocurrido durante las dos últimas temporadas Diegui le ganó la partida a Fernández (capitán de los andaluces, por cierto) y le quitaba una piedrita más de la saca. Ahora las piernas deberían de pesar menos. Deberían, repito.

Lo que está claro es que al Oviedo le falta paciencia. Parece que hay potencial, pero el equipo necesita desmelenarse, tranquilizarse y tener más confianza en sí mismos. Pero no solo a los del prao. El Oviedo necesita paciencia y tranquilidad en general. Mucha más.

En teoría el Oviedo debería de ir más descansado a Alcorcón. Casa, ahora, del aquel héroe que se ha empeñado en manchar su nombre de aquella final de Cádiz. Porque aquello sí que era una final. Una de esas que se juegan a final de temporada y de las que marcan el futuro de un equipo. En cambio, lo de ayer parecían solamente tres puntos más. Parecían, repito.

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