Lección aprendida. En Valladolid, la semana pasada, el Oviedo perdió gran parte de sus aspiraciones con un gol tempranero. Como ya había sucedido, por ejemplo, en Granada. Ante el Numancia el Oviedo no tuvo que remar a contracorriente, como sucedió ante el Lugo en el último partido en casa en el que tuvo que remontar. La plantilla recibió el toque de atención de Anquela y tuvo un inicio fulgurante en cada tiempo. Y ahí, en el primer cuarto de hora de cada parte, el Oviedo encarriló la victoria, al salir con decisión, y también valentía. Marcó el terreno desde el primer instante. El primer saque de esquina fue para los azules, en el primer minuto. Y también la primera ocasión de gol, con un disparo de Ñíguez que se fue rozando el palo en el minuto cinco. Hasta que en el minuto 15, con el Numancia desaparecido, y con el cuarto saque de esquina a favor del Oviedo, llegó el premio con el gol de cabeza de Carlos Hernández. En la segunda parte se repitió la misma tónica, con dos córners a favor del Oviedo en el primer minuto. Casi a renglón seguido se le anuló un gol a Yeboah por fuera de juego. Y en el minuto diez de la segunda mitad llegó el segundo para el Oviedo, tras despejar hacia su propio portería el defensa soriano Dani Calvo.
La importancia de aprovechar el balón parado
De las últimas 21 temporadas, el Numancia ha jugado 17 en Segunda. El conjunto soriano suena a equipo mítico de la categoría, de los que sabe a lo que juega y aprovecha las situaciones que se producen en Segunda. Y una de ellas es el balón parado. Aunque ayer dominó mejor esa faceta el Oviedo, que se ha convertido recientemente en todo un especialista. A balón parado llegaron tres de los cuatro tantos que hubo en el partido.
Defensa de cinco
No hubo sorpresa, y como se esperaba, Anquela optó por jugar con tres centrales, con Forlín con más libertad en la creación y a la hora de anular las aproximaciones rivales, y secundado por Carlos Hernández y Christian Fernández. El Oviedo salió por primera vez con este dibujo, ya que ante el Lugo Forlín había comenzado como pivote antes de retrasar su posición. El conjunto azul se siente cómodo, no le quema el balón, domina, maneja los tiempos y apenas le crean peligro. Pero ante el Numancia no pudo transformar ese control y seguridad en una ventaja en el marcador al descanso. Pero creyó en su idea, y a la vuelta de los vestuarios, sentenció el partido, y con más efectivos en defensa, defendió mejor su victoria.
El problema de las lesiones
Es el talón de Aquiles del Oviedo esta temporada. Las lesiones han trastocado los planes de Anquela desde el inicio de temporada. Y ante el Numancia los problemas físicos de dos futbolistas, Ñíguez y Diegui, obligaron al técnico a hacer dos cambios que no tenía previstos en ese momento. Una circunstancia que no fue determinante para el resultado final, ya que el Oviedo controló el partido, pero que podría haberle jugado una mala pasada en caso de que los derroteros hubieran sido otros, y Anquela hubiera necesitado tirar del banquillo para refrescar al equipo. Además esta semana Christian Fernández y Mossa se perdieron la mitad de los entrenamientos por molestias, pero ayer actuaron los noventa minutos sin problemas, y en el caso del segundo cuajando una gran actuación, tanto en defensa como participando en el juego de ataque.
El Tartiere, de nuevo un fortín
Le hacía falta al conjunto azul reencontrarse con la fortaleza del Carlos Tartiere, que tan buenos réditos le dio las dos últimas temporadas. Ayer volvió a verse al Oviedo que se encuentra cómodo en casa, que sabe que controla todos los detalles, y al que es difícil hacerle gol. Por primera vez en la temporada suma tres triunfos seguidos en casa, y con la racha de cuatro triunfos en las seis últimas jornadas, se asoma otra vez a la puerta de los puestos de play-off. El Oviedo va encontrando poco a poco la regularidad, y de nuevo, como en los dos últimos años, aupado por ser un buen equipo local, que, sin embargo, ahora debe crecer a domicilio para progresar.