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Pablo González

La hora de la agenda de Torrecilla

El director deportivo se resiste a buscar sustituto a Herrera

Con la etapa de Paco Herrera como entrenador del Sporting a un paso de iniciar el camino hacia el horno crematorio del tanatorio de Cabueñes tras la derrota ante el Barça B, y a la espera de que el consejo de administración firme el certificado de defunción -algo le pasa a esta directiva a la que últimamente le duran los técnicos menos que un canario a un niño psicópata- ha llegado la hora de que entre en juego la agenda de Miguel Torrecilla en busca de un nuevo timonel y comprobar si en ella hay fondo de armario.

Aunque el director deportivo rojiblanco no parece estar por la labor de descolgar el teléfono e iniciar las operaciones para encontrar un sustituto a Herrera. Y dado que el consejo de administración -"para no cometer errores del pasado", argumenta- considera que las decisiones deportivas son responsabilidad de Torrecilla, Herrera podría aguantar una semana en el banquillo rojiblanco.

Torrecilla defiende que el técnico por el que apostó con los ojos cerrados este verano aún tiene mucho que decir como entrenador del Sporting y que, al menos, merece comer el turrón en Gijón. Vamos, que el Sporting sigue con el plan diseñado cuando las cosas empezaron a torcerse allí a comienzos del mes de noviembre: aguantar hasta el parón navideño, dar tiempo a que se vacíe la enfermería y buscar refuerzos para apuntalar las posiciones en las que el equipo anda peor provisto.

En juego también está el prestigio de Torrecilla, y más en estos tiempos en los que la trayectoria de los directores deportivos se mide en plusvalías (coste de los fichajes-ingresos por traspasos). No parece que para el currículo del salmantino lo mejor sea una nueva muesca en el apartado de despidos de entrenadores después de que el año pasado en el Betis tuviera que deshacerse de Gustavo Poyet y de Víctor Sánchez del Amo antes de tiempo.

También es la hora de ver la capacidad de encaje de la propiedad del club y de comprobar si realmente se cree el discurso de que lo deportivo está única y exclusivamente en manos de los profesionales del sector. Más que nada porque el jueves el consejo de administración presentará sus cuentas a los accionistas en lo que se esperaba que fuera un día dulce, dado que el Sporting pondrá sobre la mesa un superávit de unos siete millones y los pagos para dejar prácticamente a cero la deuda concursal que estuvo a punto de llevar al Sporting a la extinción. Pero la mala situación deportiva puede arrebatar el momento de gloria a la parte económica-administrativa del club si a alguno de los presentes le da por boicotear el día exigiendo responsabilidades a la mesa presidencial.

Lo que no sería justo sería dejar a Herrera -cierto es que el catalán lleva en el pecado la penitencia tras el rosario de decisiones inexplicables que ha venido acumulando- sentarse en el banquillo en el partido que el domingo el Sporting juega en El Molinón ante el Tenerife, utilizarlo de escudo para que caiga sobre él la ira de la grada y horas después hacerle entrar en el martirologio rojiblanco si las cosas se tuercen ante los canarios. Tampoco es de justicia achacar todos los males de este Sporting únicamente a Herrera. Desde su llegada, el técnico ha venido repitiendo algunos mensajes -mezclados con otros que han restado más que sumado- sobre la falta de fútbol de la plantilla y la ausencia de líderes. Esto último se vio en la primera parte del Miniestadi, donde dio la sensación de que la cosa no iba con los once rojiblancos que había en el campo. A lo que hay que añadir la alarmante baja forma de unos y la nula incidencia en el juego de otros.

También habría que preguntarse por lo que han aportado hasta el momento alguna de las apuestas de Torrecilla y de si, vista su participación, son del agrado de Herrera. Dos ejemplos: a Xandao todavía se le espera y hasta el momento a Quintero se le conoce más por mosquearse con el veterano David por pedir más canteranos en el equipo, que por ayudar a mantener a cero la puerta de Mariño.

Y así, el Sporting ha ido quemando estas jornadas y distanciándose de su objetivo a la espera de que la agenda de Torrecilla funcione mejor en invierno que en verano, y que lo ocurrido hasta ahora sea solo una alucinación chunga producida por un golpe de calor.

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