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Eloy Méndez

Paco, el transgresor

La falta de respuestas ante la peligrosa deriva del Sporting

Pese a que aparenta ser el habitual vecino del quinto que habla del tiempo en el ascensor, Paco Herrera ha demostrado estos meses en Gijón que es un auténtico transgresor. Nada que ver con la personalidad atemperada que se le vendió al sportinguismo en los calores del verano. Sus ruedas de prensa llenas de violenta sinceridad sobre el nivel de la plantilla, en las que también ha reconocido una y otra vez que no da "con la tecla", su empeño en cambiar más de sistema que de calcetines o su obstinación en probar a algunos jugadores en tres o cuatro posiciones lo han situado a la cabeza de la originalidad en los banquillos. Por desgracia.

El resultado de tanta innovación es un equipo que no sabe a lo que juega (sirvan de ejemplo los dos goles encajados en Albacete con tres centrales mirando al balón), con figuras teóricamente claves acostumbradas a la suplencia, sin un liderazgo claro en el campo y con una desconexión tan grande con el míster que, por momentos, provoca escalofríos. Una falta de sintonía que ha contagiado incluso a la mejor afición de la categoría en términos cuantitativos y cualitativos. Al fin y al cabo, ¿quién no se desanima con un plantel del que habla mal su propio entrenador?

Las luces de Navidad están ya encendidas y el piano de Herrera sigue sin afinar. El tiempo se agota para un equipo que está llamado a lo más grande esta temporada. El sportinguismo, el gran colectivo emocional de Asturias, tiene derecho, por lo menos, a que no le roben tan pronto la ilusión.

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