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Alpinista

No se trata de llegar, sino de estar

Las reflexiones sobre tres meses intensos en una mole mitificada

Llevábamos tres meses procurando escalar la pared sur del Lhotse, esa enorme mole de casi cuatro kilómetros de altura que siempre había mitificado, desde mi más tierna infancia, cuando leía los intentos de los mejores: Kukuczka, Messner, Profit, Lucas? Ninguno había hollado la cima por esta vertiente. Por ello, siempre la había considerado como un objetivo imposible para un aprendiz de alpinista como es el que escribe (no es falsa modestia, realmente lo siento así). Y he aquí, ya cerca de la vejez, cuando un coreano, Hong Sung Taek, explorador de National Geographic, famoso por sus aventuras y expediciones extremas, pregunta a los mejores sherpas por un posible escalador para que lo acompañe y filme en su quinto intento de la pared, y los sherpas deletrean mi nombre. ¿Casualidad, destino, línea de vida? Han sido tres meses muy intensos de mal tiempo, escaladas difíciles en pésimas condiciones climatológicas y peligros "frecuentes". Hemos llegado muy arriba, pero aunque la cumbre distaba pocos metros fueron todavía muchos los pasos que quedaron por dar. Sin embargo, la cima hace tiempo que ha dejado de ser el objetivo. Ya no pienso en llegar, sino en estar. El "éxito" ha dejado de interesarme, pues prefiero mil veces el aprendizaje que me aporta la experiencia. Ahora "agradezco" las derrotas, pues de sus enseñanzas aprendo mucho más que de los triunfos. Sólo hay que reflexionar y levantarse para seguir avanzando y enriqueciéndose hasta la próxima caída. Miro atrás y la veo inmensa, resplandeciente, creo que virgen, orgullosa, y yo sólo puedo alegrarme por ella y felicitarla. Una vez más, una montaña me ha mostrado el camino de mi existir. Y además, por una extraña razón que no atisbo a discernir en función de lo pasado, en un acto de extrema generosidad me ha permitido seguir "por aquí".

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