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Ángel Cabranes

Análisis

Ángel Cabranes

Baraja aplica el sentido común

La titularidad de Nacho Méndez, un gran golpe de confianza para que el luanquín se gane un sitio en el centro del campo

La era Baraja empieza con victoria. El principal mérito del Pipo en su primer partido como entrenador del Sporting fue el de aplicar el sentido común. Se vio en la lista de convocados y continuó con una alineación en la que cada futbolista jugó en su puesto natural, con la excepción de Juan Rodríguez, un central reconvertido por Paco Herrera a lateral derecho. El gallego sigue haciendo méritos para conservar su sitio. Baraja, además, reivindicó la fama de práctico y riguroso en lo táctico. Bastó con eso y con la ayuda de unos futbolistas revitalizados con el relevo en el banquillo para obtener una victoria cómoda ante el Tenerife (3-0). Mariño, al fin, volvió a dejar la puerta a cero.

El equipo funciona en cinco minutos. La suerte se alió con el efecto Baraja nada más iniciarse el partido. Carmona vio a Nacho Méndez al espacio y buscó su carrera. El luanquín, atrevido como en sus días con el filial, buscó a Santos en el área y lo encontró. Lo hizo ayudado por la fortuna de que el envío tropezó en las piernas de uno de los defensores del Tenerife. El cuero, entre carambolas, alcanzó al charrúa, que metió el exterior y, nuevamente ayudado, esta vez por el palo, hizo el primer gol de la era del Pipo en el Sporting.

Carmona, el origen de mucho. Se le vio cómodo desde el principio. Carlos Carmona, tras participar en la acción del primer gol, se puso a fabricar más. Quiso estar en todas las jugadas, forzó faltas, pidió amarillas y puso en bandeja el segundo tanto de la tarde a Isma López. Al navarro no le funcionó bien la pierna derecha, la menos buena, tras quedarse solo ante el portero del Tenerife. El balear se encargó de resolverlo. Salió de medio derecha, pero tal fue el nivel de libertad que le dio Baraja y la jerarquía que se fue ganando, acierto tras acierto, que eligió el costado contrario para tirar un eslalon e inventarse una vaselina tan precisa como inesperada. Fue uno de los culpables de que el equipo se fuera con dos goles de ventaja al descanso.

Jugar es más fácil con menos toques. Si hubiera que destacar dos diferencias en el juego del Sporting respecto al equipo que se vio una semana antes en el Miniestadi, bien podrían resumirse en el nivel de intensidad y en la velocidad del juego. El equipo se mostró más alegre en todas las facetas, desde la presión al rival, hasta las ayudas en ataque y en defensa. Con balón, lo más notorio fue comprobar cómo todo se desarrolla más fácil cuando se invierten menos toques. El jugador que tuvo la pelota se complicó menos. También encontró más apoyos. Se facilitó que todo fluyera con mayor sencillez.

El Pipo devuelve a cada uno a su sitio. Antes de evaluar la primera alineación de Baraja como entrenador del Sporting hay que tomar en cuenta su primera convocatoria. El Pipo dejó fuera de la lista a Viguera y a Quintero. El riojano, una de las apuestas personales de Herrera, sigue sin asomar en El Molinón y habrá que ver si el relevo en el banquillo le deja mostrarse en su puesto natural: delantero centro. El colombiano, por su parte, ya ha dado todo lo que puede dar. Baraja debutó con el esquema trabajado durante la semana hasta la saciedad: 4-4-2. Un dibujo con el que encontró sitio a Scepovic y Santos, los máximos artilleros, en el lugar donde hacen más daño, el área. El uruguayo ya no protestará por jugar en banda, y el serbio tampoco lo hará por quedarse reiteradamente en el banquillo. El resultado lo sufrió el Tenerife.

Confianza a Nacho Méndez. Si la titularidad ante el Tenerife se midiera por los méritos realizados en la anterior jornada, Nacho Méndez debía haber empezado en el banquillo. Baraja, sin embargo, fue valiente y dio un importante respaldo al guaje. El luanquín fue titular, por delante de futbolistas como Moi Gómez, y empezó a soltarse. Pidió el balón como lo hacen los mediocentros de verdad y dejó algún pase entre líneas marca de la casa. Vio una temprana amarilla que no asustó ni a su entrenador ni a él. La sensación es que si se le siguen dando partidos irá a más. La mejor forma de comprobar si está listo es ayudándole a que lo demuestre.

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