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Saber perder

La derrota del pasado sábado en Lugo no debe empañar la visión de que el Sporting va a mejor y sabe por fin a lo que juega

El Sporting del último ascenso, el de Abelardo, el de los guajes, el de los records, perdió su primer partido de liga en la jornada 21. Un 18 de enero de 2015 el Betis, con un gol de Xavi Torres, le dio la vuelta a un marcador que se había puesto a favor con el gol de Juan Muñiz. Aquel día el Sporting salió de inicio con 8 canteranos y en el banquillo estaban otros cuatro a la espera de su oportunidad. Un partido más perdería el Sporting esa temporada y fue ante el Valladolid que por entonces dirigía Rubi, ese entrenador que hoy dirige al líder de Segunda División y al que aquí sólo se le juzgó por dos anécdotas. En aquella liga el Sporting sumó 82 puntos y encajó tan solo 27 goles, pero en el imaginario colectivo de algunos se subió por puro azar. Tres años después el Sporting se planta en Lugo con un once en el que hay tres canteranos en el equipo titular y otros cuatro (tres acabaron entrando) esperando su oportunidad. La sensación, al salir del campo derrotados aquel domingo por la mañana de hace tres años era de que el Sporting estaba en el camino correcto y que el resultado no debía influir en el ánimo de los jugadores, ni del entrenador. La derrota era una mera anécdota, uno de esos caprichos que de vez en cuando te depara el fútbol.

Esta temporada el equipo rojiblanco ha sumado unos cuantos puntos inmerecidos. Las crónicas hablaban de la gran plantilla, de la pegada o de lo importante que es dominar las áreas; sin embargo, lo raro era sumar. El camino, como tantas veces en la historia reciente, se había perdido. Tras la derrota del sábado ante el Lugo vuelvo a tener la sensación de que el Sporting, por fin, sabe a lo que juega. Ha recuperado valores para la causa como Nacho Méndez, Carlos Castro, Xandao o Moi Gómez; Jony ha vuelto con ganas de recuperar su mejor versión y solo echo de menos mayor presencia de un futbolista como Pablo Pérez que esta temporada aún no ha podido jugar en el puesto en el que tan buen resultado le dio al Sporting. Hay derrotas que deben doler menos en el ánimo de los jugadores y esta debe ser una de ellas.

Dicen que cuando Guardiola llegó como entrenador al primer equipo del Fútbol Club Barcelona le regaló a cada uno de los integrantes de la plantilla blaugrana un ejemplar del libro "Saber perder" de David Trueba. Este libro narra la historia de cuatro personas diferentes cuyas vidas se irán entrelazando. El protagonista de una de las historias se llama Ariel y es un futbolista argentino de gran proyección que llega a España con vitola de estrella, pero que pasa por problemas de adaptación. Ariel recordaba a menudo las palabras que su antiguo entrenador en Argentina le había dicho: "el fútbol es para humildes, porque es el único oficio en el que puedes hacerlo todo mal en un partido y ganarlo y puedes hacerlo todo bien y perderlo". "Lo peor que te puede pasar es creerte un poco mejor de lo que en verdad sos". Desconozco si los jugadores de aquel Barça triunfal leyeron el libro que les había regalado su entrenador, pero aquel equipo comenzó el campeonato con una derrota en Soria ante el Numancia y un empate en el Camp Nou ante el Rácing de Santander. Las dudas en el famoso entorno culé afloraron, pero luego visitó El Molinón y ahí empezó todo. Ese equipo lo ganó todo mientras mantuvo la humildad y la confianza en un trabajo por encima de los resultados. Las comparaciones con el equipo catalán lógicamente son odiosas, pero con humildad, cantera y confianza en un modelo se puede conseguir el objetivo que no puede ser otro que construir un equipo cuya base sea Mareo y con el que los aficionados nos podamos sentir identificados.

Con lo que es difícil sentirse identificado es con noticias como con la que nos levantábamos ayer de convenios de la Liga con Arabia Saudí (un país en el que las mujeres pudieron entrar en un campo de fútbol hace un mes y en el que aún tendrán que esperar para poder sacarse el carnet de conducir) que van a traer a Gijón a un jugador en edad juvenil. El año pasado ya vivimos situaciones rocambolescas con Afif, un jugador que pasaba de no ir convocado a jugar los últimos minutos de un partido de gran repercusión mediática como fue el del Real Madrid del año pasado. Como le decía el centinela Marcelo a Hamlet, "Algo huele a podrido en Dinamarca".

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