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Inconcebible

La función de ciertos directores deportivos está sobrevalorada

No nos gusta lo que se está ejecutando respecto a los fichajes del Sporting. Y lo decimos con la debida antelación. Uno entiende que el trabajo del director deportivo, y su departamento, desarrollan una función incapaz de buscar lo verdaderamente necesario y válido para el equipo. Siguen un camino que podemos denominar simple, y sin rastrear lo verdaderamente necesario para el club. Se prosigue en contratar la figura del cedido y jugadores desahuciados en otros equipos, a los que en nada debe envidiar la cantera rojiblanca, así como el regreso de otros, que se dejaron marchar en su día. No digamos nada de los que han rescindido, sin apenas ser conocidos por la afición. Todos estos movimientos de idas y venidas solo hacen ratificar los errores cometidos por el mentado departamento. Desgraciadamente en el fútbol, ciertas opiniones tienen más valor que la realidad en la que se mueven ciertos profesionales.

Las hemerotecas están ahí y son jueces de los que dice y se firma. Y como ejemplo ahí está el fichaje, en su día realizado, de cierto delantero. En las páginas de LA NUEVA ESPAÑA se dejó patente que era un futbolista no válido para nuestro equipo. A las pruebas nos remitimos y ahí queda su rendimiento y lo que el club está pagando por este fichaje, uno de los más costosos de la plantilla. No nos engañemos y seamos taxativos, la función de ciertos directores deportivos está supervalorada. La inmensa mayoría no rentan productividad alguna. Toman sus decisiones, la mayoría de las veces, sin analizar con meticulosidad las mismas. A veces para seguir siendo fiel a sus amigos personales, lo que conlleva dejar marcharse a los que de verdad tienen auténtico valor deportivo, y esto no suele acarrear nada rentable para el club, que es el que tiene que cargar con los emolumentos. Realmente, como se siga hablando con medias tintas y con aspectos nada claros, seguiremos siendo un club que disponiendo de todo lo más elemental para ser un gran club, no consigamos nada, y sigamos vegetando por la Segunda División. Miren ustedes, avispados lectores: Gijón, ciudad de casi 275.000 habitantes, con buena calidad de vida. Club con instalaciones modélicas, envidiadas en toda España -y en el extranjero-, cantera con aptitud importante. Más de 24.000 abonados, y una afluencia al estadio deseada por muchos clubes de Primera División y ya sin penurias económicas. ¿Qué más se puede pedir? Nuestro club no se merece lo que está padeciendo, a la vista de todo lo que se oferta, a los que deberían poner en valor todo lo citado.

Sentimos escribir de forma tan contundente, porque reconocemos que estamos en una sociedad encogida, donde no es rentable verter opiniones contrarias a la generalidad. Pero antes de nada, uno debe ser verídico consigo mismo, y con los que tienen la amabilidad de leer estas líneas.

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