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Goles en el cielo

Tu repentina muerte, Brujo, me sorprendió a muchos kilómetros y me dejó helado. He tenido que dejar pasar unos días para poder escribir estas palabras, ya que tu marcha me dejó bloqueado y con la tristeza de no poder ir al campo, a mi querido Molinón, que ahora llevará también tu nombre, para rendirme por última vez a tu presencia y brindarte los honores que te mereces.

A Argentina, donde me encuentro, llegaron noticias de tu fallecimiento, como lo hicieron a muchos lugares del mundo. Gracias a las redes sociales pude seguir todo lo que ocurrió estos días en Asturias para despedirte y la sensación extraña de irrealidad me inundó. Quería leerlo todo, verlo todo, para creer, que cuando vuelva, ya no vas a estar, ya nunca más estarás en Mareo, en el campo, por las calles de Gijón y de media España firmando autógrafos y saludando a todos lo que se te acercaban con tu sonrisa eterna.

Mi generación creció con las imágenes de lo que ya era tu leyenda, el mejor delantero español de todos los tiempos, pichichi cinco veces en primera y dos en segunda, el nueve que no perdonaba ni un gol al contrario, una máquina humana diseñada perfectamente para jugar al fútbol, un atleta de primera.

Con el tiempo, también nos enseñaste no solo lo que eras como profesional sino también pudimos conocer tu calidad humana, tu extrema humildad, con la que llegabas a decir que no sabías por qué la gente te quería y admiraba tanto, si tú "no eras nadie", tus valores, tu cercanía con todos, lo difícil que te lo había puesto la vida en lo personal; la muerte temprana de tu hermano en una tragedia, tu secuestro, tu enfermedad? pero eras un brujo, y tu magia hacía que siguieras sonriéndole a la vida. Eres nuestro Maradona, Quini, eres nuestra LEYENDA, y ahora con mayúsculas. Asturias entera te ha llorado, y siempre has conseguido algo que nadie más ha logrado; ser querido y respetado por las dos aficiones de nuestra región, la del Sporting y la del Oviedo. El dios del fútbol argentino se despidió del dios del fútbol asturiano, como lo hicieron jugadores de todo el mundo, y yo pienso que ya no va a haber nadie como tú, que has roto el molde, que puede haber ahora muchos y muy buenos futbolistas en España y en el mundo, pero nadie va combinar esa genialidad tuya de ser el mejor en el campo y un señor en el día a día. Te has ido, al volver de tu querido Mareo, y en nuestras pupilas quedan tus goles y tu cara amable, en nuestros oídos un himno que hacía que temblara el Molinón: Ahora, ahora, ahora Quini ahora.

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