Hoy es domingo, día de fútbol, día para estar al lado de mi ídolo de niño y, más aún, de mayor. Pensaba que hoy me sentiría solo, perdido, roto de dolor, mirando nervioso a mi izquierda para encontrarte en los traslados, en la comida de protocolo, en el palco, y que ya no me vería a tu lado, que no encontraría tu sonrisa para tranquilizarme.

Pero no será así. El profundo hueco que dejas lo has llenado en mi corazón. Tan solo ha sido necesaria una infinitésima parte del tuyo, ese corazón tan enorme que has sido capaz de ir repartiendo pedacito a pedacito en el corazón de cada uno de nosotros. Y mira, Brujo, que somos multitud los que en el mundo alguna vez hemos tenido la inmensa fortuna de tenerte a nuestro lado.

Dejas un enorme vacío en todos, y no llego a imaginar hasta cuánto dolor y sufrimiento en tu familia, Mari Nieves, Jorge, Kike, Lorena, Falo, Óscar. Alguien con tanta bondad como tú es más que un referente. Todos los que estuvimos en tu homenaje, y los que no pudieron estar pero hubieran querido hacerlo, intentaremos seguir a su lado para consolarles, como hemos hecho durante estos días. Sólo tengo palabras de agradecimiento para ellos.

Quini, fuiste lo máximo como jugador. Tus goles, tus premios, tus títulos te sitúan entre los más grandes del fútbol mundial. Pero aún se te recordará más como persona. Sobre todo para los que hemos podido disfrutar a tu lado.

Desde tu paso, en el verano de 2015, de delegado a encabezar la representación del Sporting, nos has permitido conocer más a la persona. Siempre humilde, siempre dispuesto para cualquier petición. En ocasiones nos hacías esperar diez segundos, en otras, como la de tu nombramiento como responsable de relaciones institucionales, dos días. No lo veías, costó convencerte, te parecía demasiado rimbombante, algo increíble para semejante icono del sportinguismo. "Quini, tú eres el Sporting", te dije. "Es más, en ti mismo eres una institución, de ahí el título, sólo es por eso". Luego vino lo de embajador, también en eso eras el mejor. Tras dos días de pensártelo, únicamente me pediste una cosa: estar al lado de los jugadores. Esa era tu única petición. Algo tan sencillo de aceptar que lo hicimos rápidamente, queríamos estar a tu lado cuanto antes. Tu cariño por el equipo, por los que lo componen, es tan grande que nunca han faltado las palabras de ánimo de cada día. La tristeza de ellos es ejemplo de lo que, Quini, representabas puertas adentro.

Al club, al Consejo, ese cambio nos permitió sentirnos más seguros y confiados. Íbamos al lado de Quini, pocos pueden presumir de caminar junto a una leyenda. En los actos públicos o internos, siempre eras quien debía cerrar. "Quini, al que quieren ver y escuchar es a ti", te decíamos. Y allí estabas, siempre dispuesto, con una sonrisa. Caminábamos hacia el estadio y éramos como tus guardaespaldas, orgullosos de acompañar a nuestro ídolo. Simplemente éramos los que íbamos al lado de Quini.

Cómo recordaremos esos viajes, esa broma al subir al autocar, desde tu sitio, a la izquierda, detrás de Raúl. La pregunta al conductor de la jardinera para ver por qué lado abriría. Tus carreras para subir el primero al avión. El miedo a volar, y cómo te tomábamos el pelo con viajar en avión a Santander, León o Valladolid. Las anécdotas con los veteranos, las fotos en todas partes, los abrazos y los besos a los niños. Pero, sobre todo, tu presencia, porque tú has conseguido la unanimidad de todos, tú has conseguido que el Real Oviedo y su afición merezcan nuestro máximo respeto, que nuestra relación con ellos sea de plena normalidad y que la rivalidad se reduzca al césped. Por ti, por tus enseñanzas, lucharemos para que siempre siga siendo así. Nunca te olvidaremos, jamás.

Ese miserable día 27 de febrero de 2018 quedará para siempre en el recuerdo como el día más triste de la historia sportinguista. El día más triste porque se ha ido la historia del club. Quini es el Sporting, todo el Sporting gira en torno a la figura de Quini, tu figura. Se cumplen 50 años desde que llegaste al club. Nadie ha conseguido aglutinar a tantos como tú, Brujo. Todos unidos lograremos que para siempre, Quini, permanezcas en nuestros corazones.

Nos has regalado sonrisas y bromas, también de eso hemos aprendido a tu lado, palabras de ánimo en los momentos más duros, enseñanzas de fútbol por dentro, liderazgo ameno en cualquier reunión o cualquier acto. Pero, sobre todo, te lo confieso, me has permitido ser feliz, sentirme orgulloso, porque al final, yo sólo tenía que ser el que iba al lado de Quini.

Quini, siempre a tu lado. Gracias.