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De cabeza

Retorno al pasado

Sobre el fútbol de hoy en día y la ausencia de apuestas por la cantera

Como dijo el gran Forges: el fútbol no es ni "fúbol" ni "fumbo". Esa "t" que se pierde por el camino o sustituida por una castiza "m" es el anclaje con su pasado, el recuerdo de sus ancestros, de la primera cita entre un pie y una pelota. En esa distinción que hacía Forges es posible ver cómo el juego, tal como lo conocíamos, se ha vuelto un espectáculo más televisivo que real. Ya lo advirtió en su momento Santiago Segurola: se piensa más en el espectador que en el aficionado. Por eso, cuando un viernes a las nueve de la noche llegas al estadio de tu equipo y lo ves razonablemente lleno, piensas ingenuamente que el pasado ha vuelto para quedarse. La pugna, sin embargo, se mantiene. También existen los casos de quienes, ante la posibilidad de acudir al campo en las postrimerías de la semana laboral, prefieren quedarse a verlo en casa o en el bar.

Hubo un tiempo en que en Segunda División abundaban y destacaban los filiales. Sin llegar al brillante caso del Castilla en los ochenta, era fácil ver pasar por el viejo Tartiere al Atlético Madrileño, al Bilbao Athletic o al Barcelona Atlético. Las urgencias y la búsqueda de un beneficio a corto plazo fueron arrinconando a los filiales en categorías inferiores. Esta temporada compiten el Sevilla Atlético y el Barça B. El filial blaugrana se reforzó en el mercado de invierno con jugadores de otros equipos y no en una fase precisamente incipiente. La pregunta salta como un resorte: ¿para qué una cantera si se acude al mercado? El fútbol base de un club se planteó siempre como una escalera en la que se van subiendo peldaños. Si se ponen obstáculos en el rellano final, ¿de qué sirve esforzarse en subir?

El Barcelona B me pareció un equipo con poca chispa, muy canónico, muy correcto futbolísticamente. Me costó encontrar la identidad histórica que se le supone. El Oviedo, haciendo un guiño al pasado y un poco forzado por las circunstancias, alineó de entrada a Fabbrini: cuando escasean los mediapuntas, vamos los azules y ponemos la esperanza en el rasgo diferencial del italiano.

El partido sirvió para que Fabbrini mostrase un racimo de promesas y para que Aleñá, la supuesta nueva perla del Barcelona, destacase más por su histrionismo que por su juego. Al fútbol de hoy en día le pierden las apariencias, a veces es sólo un papel de regalo. Sé que estoy en pleno ataque de nostalgia y tengo la impresión de que ni "fúbol" ni "fumbo", lo que hoy en día se impone es el Football S.A. No sé si Aleñá triunfará en el Camp Nou y ojalá Fabbrini deje huella en el Tartiere. Yo lo que quiero es que Johannesson se reencuentre consigo mismo y que Viti agite la banda y lo que haga falta. Bienvenido el futuro. Bienvenido el mundo. Pero que nadie se olvide del pasado ni del Requexón.

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