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José Luis Salinas

El bucle del Oviedo

Las similitudes de la presente temporada con las dos anteriores

El Oviedo está fundido. Se le han apagado los plomos cuando todo parecía encauzado hacia, al menos, jugar el play-off. Y quién sabe... Pero otra vez se han apagado cuando menos convenía, cuando había que dar el salto de calidad de verdad. Una vez más, el mal de altura les ha pasado factura a los carbayones. Aquí da igual quién esté en el banquillo o quién en el prao. Pasan las temporadas y la historia se repite. Siempre lo mismo. El oviedismo vive en un bucle que se repite campaña tras campaña desde que se volvió a Segunda División.

Porque esta película ya la conocemos y el final no nos gusta. Nada de nada. Y menos en este punto del metraje. En unas semanas llega la desilusión final. Y luego, en julio y agosto, toca volver a ilusionarse con jugadores a los que no conoce nadie que juegan hasta que consiguen dejar al equipo medio salvado y que luego se lavan las manos. ¿Les suena? Es el bucle. Ah, y perdón por el spoiler.

Ahora el Oviedo tiene la obligación de romper esa inercia. De salirse de ese círculo y demostrar que este equipo puede estar llamado a cotas mayores. ¿O no lo está?

El caso es que Anquela tiene un problema. Al jienense no se le puede reprochar nada. Durante jornadas le ha dado a este equipo un carácter único. El que desde hace años se estaba demandando y añorando. Y, seguramente, el más preocupado por toda esta situación sea él. Pero probablemente tenga poca culpa de muchas de las cosas que pasan o rodean a este club tan peculiar.

Lo que es evidente es que desde hace semanas el Oviedo no aprieta. Concretamente, desde el derbi. Es como si el equipo hubiera hecho un esfuerzo descomunal para ese partido que le ha supuesto quedarse vacío completamente. Es como si ahora estuvieran pagando los platos rotos de haber ganado aquel encuentro.

Al margen de los errores arbitrales posteriores, el Oviedo no está dando la cara. Ya no es aquella manada de lobos que acosaban al rival junto al córner. ¿Lo recuerdan? Ahora parecen perritos domésticos. O domesticados.

El sistema de juego ya no funciona. No lo hace porque los laterales, fundamentales en ese esquema, ya no están tan fluidos como antes. Ya no sorprenden. Ya no encuentran tantas facilidades como antes para irse de los rivales. Quizá sea demérito de los azules o mérito del contrario. Un misterio.

Ahora se cometen, en estos últimos partidos, más errores que nunca en la temporada. Empezando por el entrenador y su empeño de poner a Forlín de mediocentro. ¿Qué pintan entonces Hidi y Mariga? Si la respuesta es nada, ¿por qué siguen aquí?

Aun así, Anquela es probablemente el que menos culpa tenga de todo esto, pero es el que tiene que buscar la fórmula para que el oviedismo no siga metido en este bucle absurdo y autodestructivo. Hay que cortar por lo sano y cuanto antes. Contra el Granada tiene que volver esa manada de lobos. Si no, mal vamos.

Confianza en los de Anquela. Aunque sea un momento difícil.

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