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Ni rastro de los once lobos azules

Sobre la resaca post-derbi y la mala racha que atraviesa el equipo carbayón en las últimas semanas

Perder un viernes es una de las cosas más traumáticas que ha provocado el llamado fútbol moderno. Jugar entre semana ya es duro de por sí. Es como estar castigado, como jugar una competición al margen de los otros equipos. Pero ya si encima pierdes el mundo se te viene encima de una forma brutal y te aplasta como una apisonadora. Cuando el equipo fracasa un domingo el hincha se come la cabeza toda la semana y masculla la decepción, pero si la derrota llega el viernes los pensamientos negativos inundan también el propio fin de semana. Es realmente frustrante.

Es inevitable no ver de morros los partidos de los rivales, aunque los resultados favorezcan los intereses de tu equipo. Pues en esas anda el oviedismo, inmerso en una depresión importante que durará por lo menos hasta el domingo, cuando los azules se enfrenten al Granada en el Tartiere. Explicaciones tácticas o técnicas a un lado, es evidente que al conjunto de Anquela le ha lastrado su victoria histórica ante el Sporting.

Decirlo parece un chiste, pero así es el fútbol. La resaca post-derbi se está convirtiendo ya en seria enfermedad. Al Oviedo actual le falla la música, ya no es una orquesta. La barra de la energía esta al mínimo. El equipo no vibra, no tiene ritmo alguno. Ni rastro de los "once lobos" que engancharon a la afición hace pocas semanas.

Anquela, como ya hizo a principio de temporada, tiene que dar un golpe de timón que devuelva la identidad al equipo. Hay que volver al descanso ante el Lugo en el encuentro de la primera vuelta. En ese instante sí que pintaban bastos para el Oviedo y la frustración se tornó en ilusión.

El técnico tiene capacidad de sobra para cambiar la situación, aunque últimamente da muestras de estar un poco desorientado. Los entrenadores, todos, tienen manías que a veces se hacen poco entendibles para los aficionados. Situar a Forlín como mediocentro parece que es la pequeña obsesión que tiene el jienense. Vistos los resultados, no parece la decisión correcta, y no porque el argentino no pueda rendir en esa posición, sino porque sacar a Forlín de la defensa significa perder a uno de los mejores zagueros de largo de la categoría. Un riesgo enorme en una competición tan tremendamente igualada como la Segunda.

Y sin ser ninguna excusa hay que decir que la suerte, factor decisivo en la vida y en el fútbol, también se le está escapando al Oviedo. El equipo no tiene fortuna en nada. Arbitrajes y lesiones aparte, parece que es casi imposible que al Oviedo le metan un gol normal. Salvo excepciones, los tantos encajados son los mejores todas las jornadas. Es para estudiarlo.

Aunque a veces la mala fortuna tiene varias lecturas. Con Toché y Linares fuera de combate ante el Granada, de rebote le ha llegado la oportunidad al delantero del Vetusta Steven. A veces la vida es eso; estar en el lugar correcto en el momento oportuno. También pasa mucho en el tenis y es aplicable al fútbol.

"En un partido hay momentos en los que la pelota golpea el borde de la red y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue hacia adelante y ganas, o no lo hace, y pierdes". Lo dijo Woody Allen en "Match Point" y es una verdad como un templo.

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